XVIII - Un nuevo enfoque

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Todo el frío que Castiel había sentido al salir al patio era cosa del pasado ahora que Dean estaba en sus brazos.

Se encontraba perdido en la suavidad de sus labios, deleitándose con los pequeños gemidos que el omega dejaba escapar cuando acariciaba su espalda y aferraba sus caderas. Era tan placentero, tan adictivo, que por un momento olvidó por completo dónde estaban, y sólo se dejó llevar por la pasión de estar con él.

Dean jadeó sorprendido cuando las manos de Castiel aferraron su cintura y lo empujaron contra la pared de piedra más cercana, pero su asombro se convirtió en dicha cuando sintió los labios del alfa pegarse a su cuello, sedientos por probar su piel allí donde su aroma se concentraba con más intensidad.

-Cas... -Jadeó acalorado, sintiendo como la excitación en sus venas crecía a cada momento, no tan salvaje como durante su celo pero igual de abrasadora. El alfa sólo gruñó en respuesta, y Dean rió complacido. -Cas, creo que... creo que esto se nos está yendo de las manos...

-Déjalo irse -Repuso el mayor, mientras volvía a envolver los labios de Dean con los suyos para hacerlo callar. El omega gimió asombrado cuando Cas a un tiempo introdujo su lengua en su boca y pegó sus pelvises juntas, haciéndolo consciente de su poderosa erección. Era la primera vez que lo veía tan poseído por el deseo.

-¡A--Aguarda...! -Suplicó con un hilo de voz, separándose apenas de sus labios- ¡Cas, no podemos hacer esto aquí!

-Lo sé... -El alfa repuso, claramente frustrado. Dean rió, sofocado.

-Entonces quizá no sea buena idea seguir, ¿no crees...?

-¿Dudas de mi capacidad para detenerme a tiempo? -Castiel inquirió, irónico.

-No... dudo de la mia para permitírtelo. Con una vez fue suficiente.

-No quiero dejarte ir, Dean. Sé que dije que lo haría, sé que es lo correcto pero... no puedo. -El alfa admitió de pronto, con gravedad. Era evidente que en su interior se estaba librando una batalla de voluntades. El omega inspiró profundamente entonces y, armándose de valor, sugirió:

-Bueno, ésta no tiene que ser la última vez que nos veamos si no queremos... De por sí aún te debo tu chaleco, y tu estarás trabajando aquí los próximos días... ¿Qué tal si postergamos tan difícil decisión para más adelante?

El alfa lo observó fijo, y Dean se estremeció ante la intensidad de su mirada color zafiro.

-Podríamos meternos en graves problemas tú y yo. -Le advirtió en un murmullo sombrío. El príncipe se encogió de hombros.

-Sólo si nos atrapan...

-No quisiera poner en riesgo la felicidad de mi hijo por mis errores...

-Pero tampoco puedes resignar tu propia felicidad por temor, ¿o sí...? -Dean repuso tentativamente. El alfa suspiró apesadumbrado y tomándolo del rostro con suavidad volvió a besarlo, su pasión ya extinta, mas no la intensidad de su mirada.

-Dean, hay algo que...

-Aguarda. -Él príncipe lo chistó, mirando sobre su hombro. La puerta que comunicaba con las cocinas se estaba abriendo lentamente, mientras un murmullo de voces risueñas iba en aumento, inundando el patio. -Diablos, debo irme Cas. Te veo luego, ¿sí...?

-Y--Yo... Sí, de acuerdo. -El alfa aceptó sin pensar, sintiendo que acababa de firmar la más absurda e irresistible condena de su vida.

Dean le dedicó una brillante sonrisa como respuesta y luego, cubriéndose con su capa, cruzó el patio a la carrera perdiéndose entre las sombras tal y como había aparecido.

La Manzana Prohibida (Destiel Omegaverse AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora