XXVIII: En Apuros

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Dean despertó temprano por la mañana, sintiéndose verdaderamente entusiasmado. Su conversación con Castiel la noche anterior había logrado calmar su ansiedad respecto a un posible embarazo, y también había alimentado sus expectativas de por fin poder huir lejos de las opresivas reglas de su padre, y como resultado, el omega no podría estar más feliz.

Exaltado, se levantó y miró por la ventana de su cuarto más allá de los límites del castillo, hacia el amplio horizonte que lo acogería en sólo una semana, una vez que Sam y Gabriel se hubiesen casado.

-Pronto... -Se dijo a si mismo con una enorme sonrisa y el corazón batiendo feroz dentro de su pecho. -Pronto seré libre.

Curiosamente, la perspectiva de pasar el resto de su días lejos de su tierra natal, cediendo su título y sus comodidades y trabajando y viviendo como un simple campesino junto a Cas, lejos de asustarlo lo llenaba de ilusión. Había pasado demasiados años codeándose con la realeza, acatando decenas de reglas y códigos de comportamiento insoportables y siendo incapaz de relacionarse con nadie... y ya estaba cansado. Los miembros de la servidumbre siempre lo habían tratado mejor y habían sido más genuinos con él, y Dean no veía la hora de poder ser parte de su estilo de vida, sin tanta pompa ni tantos privilegios absurdos.

Claro que no todo era malo en su vida. Le resultaba realmente cómodo contar con la ayuda de Garth; o tener a Rufus consintiéndolo en la cocina; o saber que Bobby lo protegería siempre de cualquier amenaza, pero...

Dean suspiró. Bueno, quizá no sería tan sencillo dejarlo todo atrás. Sus afectos siempre le harían falta, por pocos que fueran... especialmente Sammy.

Ah, pequeño gran idiota, pensó con una mueca. Sería extraño ya no hablarle, ni poder compartir su vida con él como había hecho siempre... Verlo crecer, convertirse algún día en un valeroso rey, formar una familia con Gabriel... ¡Incluso discutir con él por culpa de su gran y dura cabezota!

Dean suspiró. Alejarse de su hermano sería definitivamente la parte más difícil de su nueva vida. Pero, se dijo con convicción, Cas valía la pena. ¡Su propia libertad valía la pena! No podía permitir que la nostalgia lo arruinase todo antes de haberlo siquiera probado...

Aunque, pensó, tampoco se permitiría pasar los días que le restasen en el castillo distanciado de Sam por una tonta pelea.

Habiendo tomado una decisión, se vistió y abandonó su cuarto en busca del joven alfa, para poder hacer las pases con él. Ya no le importaba en lo más mínimo el tonto berrinche que el menor había sufrido la noche anterior, ni todas las tonterías que había dicho producto de su enojo. Esa mañana sólo quería disfrutar de la compañía de su hermanito como en los viejos tiempos, antes de tener que despedirse de él, quizá para siempre...

Al llegar a su cuarto, sin embargo, se encontró con una sorpresa, pues el alfa no se encontraba allí. Y, a juzgar por la expresión desorientada en el rostro de su ayuda de cámara al preguntarle por su paradero, el omega podía darse una idea de dónde habría ido el alfa durante la noche.

-Oh, Sammy... -Pensó para sí mismo con una risa de lado -Deberías ser más discreto...

Aunque no era quién para criticar a su hermano y su cuñado por mantener una relación clandestina cuando él mismo estaba planeando fugarse con el pastelero real, se recordó con ironía mientras se encaminaba hacia el salón comedor en busca de algo para desayunar.

De cualquier forma, pensó, quizá una vez que se hubiese amigado con el alfa, le aconsejaría que no fuese tan obvio con sus visitas clandestinas. Después de todo, faltaba menos de una semana para su boda, y entonces él y Gabriel podrían revolcarse a gusto por el castillo. 

La Manzana Prohibida (Destiel Omegaverse AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora