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Carter

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Carter

Mi corazón late desbocado contra mi pecho. Tengo la respiración entrecortada y el sudor perla mi rostro.

He venido tan rápido como pude, que con suerte he recordado como respirar, lo que aún no termino de hacer es convencerme de que esto es casual, que no significa nada. En absoluto.

Esto es algo normal. Una simple salida como las que he tenido con otras personas, o como las que suelo tener con Ginger, pero con Jules.

Vuelvo a tomar aire, despacio, con una calma que no está. Aunque es probable que esto solo sea porque he corrido desde el museo hasta acá, con tal de llegar a tiempo. Antes de conseguir salir, una niña me abordó para que la ayudara a encontrar a sus padres, no pude dejarla ahí botada cuando lloraba de aquella forma.

Mis ejercicios de respiración se quedan a la mitad en cuanto veo a Jules caminar hacia mí, con ese gesto en su rostro. Sonríe con una naturalidad que me hace cuestionarme si yo sé sonreír, porque ella se ve tan genuina cuando lo hace, que temo verme como un idiota al tratar de devolverle el gesto, forzando las comisuras de mis labios.

—Bonitos zapatos —Es lo primero que dice en cuanto se acerca. Bajo mi mirada para percatarme que no me cambié bien después de todo, pese a que me mentalicé que tenía que hacerlo.

Muevo los pies de un lado a otro para amortiguar el ambiente y fingir que aquello no me parece bochornoso.

—¿No lo sabías? Es la nueva moda —repongo con calma, y ella lanza una risita que me causa gracia.

—Me gusta. Yo solo aplico eso con las calcetas porque pierdo los pares.

Bajo mi vista a sus pies para comprobar sus palabras, pero sus botines no me dejan comprobarlo. Al ver su atuendo, me doy cuenta de lo divertido que me veo a su lado, con un zapato de color rojo y otro azul.

Uniforme del trabajo.

—¿Te molesta si voy a cambiarme? Usualmente no me gusta hacer el ridículo.

—¿Qué me dice que no es una artimaña para dejarme plantada? —investiga, adoptando un semblante un poco más serio, pero sin perder la chispa, ni el humor en su voz.

—Puedes entrar conmigo. Te presto el baño por si necesitas usarlo antes de salir —propongo y ella frunce el entrecejo en un gesto de enojo fingido mientras yo sonrío—. ¿Qué dices?

—Voy a aceptarlo, pero me ofende que sigas molestándome con eso. ¿Hasta cuándo, Carter Prescott?

—Hasta que encuentre algo más con que hacerlo.

Con mi cabeza hago un movimiento para que me siga y ella lo hace, no sin antes entrecerrar los ojos en mi dirección.

—Voy a encontrar algo con que fastidiarte y veremos quien ríe mejor —Su amenaza no me amedrenta, pero tampoco me causa gracia del todo. Pese a que sonrío, hay una espinita llena de miedo clavada en mí, temiendo el momento en que ella me conozca más a fondo.

La Voz de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora