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Julieta

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Julieta

—Y justo cuando creí que iba a besarme, su hermano y su madre nos interrumpieron. Traté de levantarme y terminé por golpearlo en la entrepierna. Imaginé que iba a llegar a mi cama con una sonrisa de estúpida, pero solo me acosté sintiéndome como una —Lanzo un bufido, sin dejar de observar mi reflejo. Me veo cómica con tubos en la cabeza—. Pero antes de dormir encontré una bolsa de donas en mi mesa de noche, con una nota en la que solo estaba el número de la página de un libro, supongo, y su firma, pero no tengo idea de qué libro. ¡Yo ni siquiera leo! Y quise preguntarle, pero...

—¡Qué gran historia! ¿Y si la guardas para tus amigos? —expresa Brandon con sarcasmo, desde el sofá de la habitación del hotel—. Te necesito concentrada. Tu participación en el concurso se dará a conocer en dos horas. La prensa quiere ver a una chica en busca de su sueño y no a una colegiala enamorada.

—Cuando estoy nerviosa hablo mucho —recapacito. No es como si esto no lo supiera ya Violeta, se lo conté ayer en un audio antes de salir a hacer mis citas. Ni siquiera espero que me den un consejo, solo no quiero enfocarme en el anuncio y lo importante que va a ser para mí carrera—. Si no lo hago, suceden cosas peores.

—¿Cómo...? —Veo de reojo a Brandon dejar de lado su celular para prestarme atención.

—Malestares estomacales, vómitos, sudores extremos o ganas de ir al baño cada dos minutos.

Me río por lo último, y de inmediato me disculpo con Isa, quien está terminando de aplicarme corrector en medio del arco de cupido de mis labios.

—Bien. Habla, pero cuéntanos de algo que no involucre a ese chico —Se recuesta sobre el sofá con las manos sobre las cejas. Sus gestos me causan gracia—. No quiero que te desenfoques de tu meta.

—¿Le dices eso también a los chicos? —cuestiono con un tanto de indignación—. ¿O insinúas que por ser mujer no puedo separar mis relaciones personales de lo profesional?

—Cuida el tono —Me señala con su índice—. Y si, se lo digo a todos. Voy por un café, ahora vuelvo.

—Nunca se lo diría a un chico, porque ellos son más "profesionales" —Isadora hace comillas con las manos sin soltar las brochas de maquillaje—. Yo creo que le gustas mucho, a ese chico, el de las donas.

No puedo disimular mi emoción al escucharla decir eso. Mi sonrisa no se hace esperar. Ni siquiera soy capaz de reconocerla al verla en el espejo, me veo radiante. Vuelvo a disculparme con ella, porque mi acción impide que pueda terminar con su trabajo.

—¿Vendrá hoy?

—Si, le di una invitación para que me acompañara. Al igual que a los Moore.

—¿A Ginger Moore? —finge desinterés—. Fuiste niñera de sus hermanos, ¿cierto?

—Si, son un par de terremotos. Una vez encendieron los rociadores del jardín después de convencerme de salir a hacer un picnic. Terminé con una gripe de lo peor y atenciones exageradas por parte de los Moore, quienes creían que iba a morir o algo así. Fue una experiencia horrible, salvo porque Carter me llevó donas por primera vez —El recuerdo provoca que sonría—. ¿Tú conoces a Ginger Moore?

La Voz de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora