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Julieta

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Julieta

A medio camino me rindo y termino contándole acerca de cuándo le enseñé a conducir a Violeta, y casi morimos en el intento, y él como siempre, me presta atención, y se ríe junto a mí. Él también me relata como Maika casi estrella el auto de Ginger cuando estaba practicando para obtener su licencia, fue el último en conseguirla, Carter, obviamente, fue el primero.

Y sin quererlo, llegamos a la colonia. El viaje a penas y se sintió.

—¿Te espero?

—La primera vez que nos vimos entraste sin permiso y ¿ahora no quieres pasar, Jules?

Le doy un empujón en el costado mientras trata de introducir la llave en la cerradura. Lo veo sonreír y lo único que se me antoja es darle un golpe para que deje de verse tan encantador.

—Estaba siendo educada —bromeo, mientras entramos. Una canción de Michael Jackson se escucha de fondo, y algunas risas en un cuarto alterno. Carter cierra la puerta después de introducir su maleta.

—Más bien luces asustada. Tranquila, no hay nada nuevo aquí, salvo mis padres, pero ya los conoces —Coloca su mano en mi espalda para impulsarme a caminar. Le sonrío antes de avanzar por el pasillo, hasta escuchar con más claridad a sus padres y Dasher hablar con ánimo.

Joder. Quiero darme la vuelta. Y ni siquiera sé porque estoy tan nerviosa. Esto no tiene sentido.

—Volviste pronto, amor. ¿Te divertiste? —Su madre sale en su encuentro, y sonríe con pena al percatarse también de mi presencia—. ¡Hola, Jules! ¡Muchas felicidades! Carter me contó las buenas nuevas.

—Muchas gracias, doctora Prescott.

Carter saluda a su madre con una sonrisa aún más tierna.

—Dejé algo importante en tu maleta —Mis comisuras me exponen en cuanto termino de escuchar las palabras del rubio.

—Ya la desocupé, pero dejé tus cosas en tu habitación —anuncia ella y él asiente, antes de agradecerle.

Me empuja con delicadeza para subir las escaleras y mis nervios aumentan. Me giro para observarlo, pero a él no parece importarle mucho hacía donde nos dirigimos.

—¡Ey, Carter! —El mencionado se voltea ante el llamado de su hermano y yo lo observo sobre el hombro mientras veo que le lanza algo que el rubio atrapa en el aire.

Dasher trata de amortiguar su risa, pero poco le dura la voluntad antes de carcajearse en cuanto Carter le lanza de regreso el sobre plateado y este golpea su pecho.

No debería reírme de algo como esto, pero tengo que admitir que me ha parecido bastante cómico, más aún el gesto indignado en la cara de Carter, con las mejillas levemente sonrojadas y las cejas fruncidas.

—Eres un idiota —masculla el rubio antes de tratar de retomar su camino escaleras arriba.

—Mamá y papá siempre dicen que hay que ser precavido —Dasher se sigue riendo, y yo quiero ya no hacerlo, pero lo cierto es que la risa de ese detestable adolescente es contagiosa.

La Voz de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora