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Me volvieron a hackear 😞🤣

 Carter

—Mi primera vez fue una mierda —La confesión de Jules me hace reír, pese al temor que me invade nuestra posición. Su mano se mueve entre mi cabello, y me atrae hacía sí para depositar un beso corto en los labios—. No lo digo para asustarte. Lo que quiero es que te sientas seguro de querer hacerlo. ¿Lo estás?

—Me reconforta que uno de los dos sepa bien que hacer —bromeo, pero hay mucha verdad en ello. Jules sonríe más que satisfecha y a mí me amenaza con explotar el corazón en cuanto su pierna vuelve a rodear mi cadera y siento esa cercanía una vez más. Tan adictiva, tan extaciante, tan gloriosa. Tan nueva.

Mis manos no saben escoger que lugar acariciar y enterrar los dedos, porque todos y cada una de las porciones de su cuerpo me encantan, pero por el momento, una de ellas se decanta por el contorno de su muslo izquierdo y la otra de su espalda baja. Ella deja escapar un gemido, y yo un suspiro en cuanto nuestras caderas vuelven a rozarse.

En cuanto su mano llega al elástico de mis calzoncillos caigo en cuenta de lo que estoy por hacer. El fuego dentro de mi cuerpo me pide a gritos que salgan por mis piernas y pueda sentirla por completo, pero la inseguridad instalada en mis huesos me hace temer y preguntarme qué va a pasar si esto sale mal.

—Si hoy es un desastre, nos quedan muchas más noches para seguir practicando —Me hace saber, rodando sobre mi cuerpo, hasta que una vez más, es ella quien queda sobre mí.

La imagen que me brinda su cuerpo es digna de inspirar mil pinturas y otros cientos de esculturas, por la imponencia y belleza sobre mis ojos. Sus mejillas están sonrojadas, sus labios hinchados y el placer se tiñe en cada una de sus facciones mientras roza su cadera contra la mía. Las ondas de cabello negro despeinado y húmedo le caen sobre los hombros y cubren sus pechos, mucho más de lo que ya lo hace su sostén azul, que no me dejó quitarle y no quise objetar para que cambiara de opinión.

Sus clavículas se mueven al ritmo de su respiración y en su cuello se remarcan sus venas bajo esos lunares que adornan su piel.

Coloca las palmas de las manos sobre mi pecho ardiendo, y siento sus uñas rozar mi piel, en tanto las mías se anclan a su cintura.

En cuanto las telas que nos impedía tocarnos abandonan nuestro cuerpo y ella toma un condón de su mesilla de noche, siento que se me corta la respiración y es que su sola imagen y el tacto de sus yemas contra mí, amenazan con hacerme estallar.

Pero todos esos pensamientos pasan a segundo plano cuando su estrechez me envuelve entero. Ambos dejamos escapar un gemido, y yo siento que la respiración me falla. Cierro los ojos un segundo, cuando ella comienza a moverse contra mí, pero los abro porque su presencia es mejor que cualquier fantasía o sueño.

Su boca se encuentra entreabierta y sus ojos brillosos no me pierden de vista, yo tampoco tengo la intención de hacerlo. La sostengo con firmeza, pero no quiero ser demasiado brusco, pese a que la sensación de su cadera rebotando contra la mía es abrumadora y el éxtasis me nubla la vista y se adhiere hasta el último centímetro de mi organismo.

Pero aquel pudor se evapora en cuanto mis oídos comienzan a ser bendecidos con esos sonidos saliendo de su boca. Sus manos recorren mi torso sin reparo alguno y mi respiración acelerada, sumado a mi pulso ardiendo son la indicación exacta del goce que me genera su tacto.

Elevo el torso, para encontrarme con sus labios y el beso fúrico que me propicia solo eleva el umbral de placer recién creado en mi cuerpo. Nos hago girar, abrazando su cintura con fuerza con mi brazo en cuanto me muerde el labio inferior, hasta que es ella quien queda debajo de mí. Mantengo el equilibrio, colocando mi antebrazo a un lado de su cuerpo y ella me abraza por la espalda, enterrando las uñas en mi piel con voluntad.

La Voz de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora