EPÍLOGO

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Julieta

"Dasher Prescott no es más que el recordatorio de una estrella"

El título de aquel periódico amarillista me eriza la piel, mientras avanzo hasta la azotea del departamento, arreglándome la coleta de cabello, con una canción de Adele de fondo en el elevador.

"Dos semanas han pasado desde el día en que aquel prometedor joven declarara que era él quien estaba detrás de todo el plan para dejar en mal a Julieta Esparza y, además, agregara que convencía a su hermano para que escribiera sus canciones. Luego de aquel bochornoso momento, extendió sus disculpas hacía los mencionados y pidió a sus fanáticos que pararan con el odio hacía la latina, quien solo intentaba defender su trabajo.

Su cuenta de la VoireApp fue cerrada momentáneamente, mientras se siguen con las averiguaciones, por lo que quizás pase un largo periodo hasta que podamos volver a escuchar su voz interpretando una melodía.

El luto que deja en la industria musical nos recuerda que todo acto, por insignificante que parezca, lleva una consecuencia al final.

Sus fanáticos y los medios aun seguimos consternados, pero mantenemos la esperanza intacta en que algún día volverá."

—¿Por qué lees esa mierda?

—¿Por qué te interesa lo que leo? —respondo a la defensiva, mientras me hago camino a lo largo de la piscina hasta conseguir sentarme en la silla de plástico a su lado—. Para tu sorpresa, no vomité leyendo otra de las reseñas que te han hecho.

—No son más que palabras estúpidas. Anderson compró a los medios para mitigar el alboroto y dejar una esperanza en algo que nunca va a suceder. Solo así pueden volver a enfocarse en su verdadera estrella.

—Lo odio, ¿sabes?

—¿La fama o a ese hijo de puta?

—Ambos. Desde que llegaron a mi vida, no hicieron más que arruinarla —analizo, doblando mis piernas, hasta llevarlas a mi pecho y abrazarlas con ambos brazos, dejando el periódico en el suelo—. A veces me pregunto cómo sería mi vida si ese infeliz no hubiera estado en Dulce Melodía o si yo no hubiera aceptado entrar al concurso cuando las alarmas de peligro se encendieron en mi cabeza.

—Seguirías limpiándole los mocos a Gigi y Harvey, imaginando cual sería tu calificación en la VoireApp, mientras envidias mis triunfos en One in a Million —sentencia con seguridad. Me giro inevitablemente hacía él para verlo con los ojos entornados—. Ya no tiene caso que sigas ocultando que te daba envidia ver mi seguridad para perseguir mis sueños.

—Me causabas y me sigues causando migraña, Dasher. No entiendo cómo te soportas tú mismo —Ruedo los ojos—. Pero tengo que admitir que todo esto es tu culpa, si no me hubieras llevado al límite, nunca me hubiera atrevido a subirme a un escenario.

—¿Lo tomo como agradecimiento o como reclamo?

—Como ambos —susurro—. Pero más como lo segundo, no soporto saber que te debo algo.

Nuestras miradas se encuentran en ese momento y el recuerdo de aquella tarde vuelve a invadir mi mente. Él entrando a la oficina sin ninguna presentación previa. Anderson sacando su mano de entre mi falda y yo pudiendo volver a respirar.

No hablamos al respecto. Él no preguntó. Yo no tuve el valor para dar respuestas.

—Yo tampoco, pero si no fuera por ti, Carter seguiría en Boston estudiando algo que no le gusta lo suficiente —admite y mi pecho se llena de una mezcla de dolor y satisfacción—. Supongo que tu rabieta por estúpida e impulsiva que haya sido, sirvió para que mi hermano comenzara a preocuparse más por lo que él quería, que por mí.

La Voz de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora