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Carter

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Carter

—No es para tanto, hermanito.

—Deja de restarle importancia, Dasher. Las reglas existen por una razón, y las palabras de mis padres fueron claras. No firmarías con nadie hasta los dieciocho años.

—No rompí ninguna regla, Carter, al contrario, las seguí al pie de la letra —se justifica, levantándose del banco del piano dispuesto a salir de nuestro cuarto de música—. Y papá y mamá nunca dieron una edad, solo me pidieron seguir las reglas de la VoireApp. ¿Qué hago si ellos han querido hacer una excepción porque estoy en el segundo lugar del listado regional?

—A base de engaños —recuerdo, bajando el tono de mi voz. Temo que mis padres puedan escucharnos—. Me usaste, Dasher y eso no solo demuestra tu ambición, también tu desfachatez.

Sus manos se hacen puños a ambos lados de su cuerpo.

—Tu no pusiste objeción, Carter —sisea—. Aceptaste darme tu canción sabiendo que eso me ayudaría a subir mi calificación. No puedes venir a darme clases de moral cuando estuviste de acuerdo de buenas a primeras, yo no recuerdo haberte amenazado o pedirte que lo hicieras.

—Estas usando la psicología inversa para que me sienta mal, pero esta vez no va a funcionar —Me paso las manos por el pelo, mientras lanzo un suspiro. Es frustrante tratar de corregir a mi hermano cuando no acepta consejos, ni palabras que contradigan su perspectiva—. Sí, yo te di la canción y sabía que eso subiría tu calificación, pero nunca me dijiste que buscabas subirla para entrar a ese concurso y poder firmar con una disquera antes de tiempo. Tenías que decírmelo.

—¡Y escuchar este regaño antes de tiempo! No gracias —Las venas en su cuello se marcan al hablar—. ¡Ustedes dicen apoyarme en mi sueño, pero en cuanto encuentran oportunidad me cortan las alas! ¡¿Qué mierda importa mi edad, Carter?! Esto es lo que quiero para mi vida, esto es a lo que aspiro, no quiero seguir esperando y desperdiciando mi tiempo. Las oportunidades se presentan una única vez, así que voy a tomarla, te guste o no, porque la única opinión que me importa es la mía.

—¿Y desde cuando te mandas solo, Dasher Prescott? —La voz de mamá evita que pueda darle una respuesta—. Si bien es tu vida y tu padre y yo, no vamos a poner objeción en lo que quieras para tu futuro, si podemos disponer de cuando puedes hacerlo, porque queremos que disfrutes cada etapa como se debe.

Mi hermano niega, mientras lanza una risa carente de humor.

—¿Privándome de vivir mi sueño? ¡Voy a disfrutar de mi vida siempre que me dedique a cantar, mamá! ¡Dejen este drama innecesario!

—No le hables así a tu madre, Dash —papá entra al estudio, con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, el rostro serio y una serenidad que parece haberle robado a mi madre—. Si la VoireApp tiene un límite de edad es exactamente por una razón, los niños y adolescentes no deberían dedicarse a cantar, exponiéndose a trabajar horarios infernales, y dejando que sus managers o sus padres lucren a su costo.

La Voz de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora