Prólogo

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Para volar alto necesitas extender tus alas, pero primero debes escapar de la jaula, y para conseguirlo, no hay mejor manera que engañar a tu carcelero.

—Nos vemos en un año —su voz resonó en mis oídos como el recordatorio de todas las veces que pisoteó mis sueños.

"O mejor nunca más"

—Los llamo cuando llegue —No quería extender más esta despedida, si volvía a ver a mi madre, juro que mandaría todo a la borda y buscaría la forma de adaptarme, una vez más, al destino que se supone, debería llevar—. No me extrañen mucho y si alguien pregunta por mí, díganle que se vaya al infierno.

Eso también iba para mi padre, pero por desgracia lo tenía en frente y no podía darme el gusto de retarlo cuando ya lo había convencido de dejarme partir e invertir este año en ganar experiencias y relajar mi mente, mientras planeaba el tema de mi tesis. Cosa que no podía estar más alejada de la realidad.

—Creí que eran tus amigos.

Y podía reclamarle muchas cosas a mi progenitor, pero no él que se fiara de aquellos idiotas, porque hasta hace unos meses, yo también estaba convencida de ello.

—¡Ja! Nuestro gato es más fiel que esos canallas, y eso que se escapa de la casa muy seguido —bromeó mamá, mientras se arreglaba su bolso y me guiñaba un ojo—. No te preocupes, July. Vete tranquila y trata de no meterte en problemas.

—¿Yo? ¿En qué problemas podría meterme?

Ambos elevaron las cejas en un gesto obvio y yo mantuve la misma sonrisa inocente con la que los convencí, más bien a mi padre, de irme como niñera a Boston.

—¡Ay, July! —Mamá me arregló un mechón suelto y lo dejó detrás de mi oreja—. Disfruta de esta experiencia, haz amigos, diviértete y consigue lo que prometiste.

Aquello último era un secreto entre ambas.

Promete que vas a ser más valiente que yo y no vas a permitir que nadie dude de tu potencial nunca más, eso dijo cuando se dio cuenta la clase de infierno que estaba viviendo.

Solo recordarlo conseguía que el pecho me doliera. Nunca podría terminar de agradecer su fe sobre mí.

Le sonreí en respuesta para disimular.

—Ambas tenían razón. Esto le vendrá bien a tu currículo —exclamó papá con una sonrisa que demostraba lo orgulloso que estaba por su hija. Si solo supiera que lo que menos me importaba era terminar la carrera—. Bien. Es hora, que todos los años en la academia de inglés y trabajando en la guardería sirvan de algo.

—¡Gracias!

"Qué no se note forzado. Que no se note forzado"

—Los voy a extrañar. Los quiero.

Con un beso y un abrazo de despedida de parte de ambos, cogí mi maleta y me dirigí a la entrada del aeropuerto, mientras tomaba una larga exhalación.

"Ya estás afuera de la jaula, Julieta. Solo nos queda aprender a volar"

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Mz

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La Voz de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora