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Carter

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Carter

Me presiona con fuerza contra su cuerpo en cuanto rodeo con mis brazos sus hombros y parte de su espalda. Dejo mis manos reposadas sobre la tela de su blusa casi llegando a la curva de su cintura, sintiendo el corazón latirme con estupor y como el frío se va evaporando, para darle paso a la calidez de su cuerpo. No es solo un término de temperatura, también de confort.

Ya ni siquiera reparo en cuando, cómo o por qué su presencia consiguió generarme este sentimiento hogareño, porque no me gusta darle vuelta a las preguntas que no tienen respuestas concretas.

—Ya tomé como quince fotos—Maika interfiere con una fingida voz de molestia, que es opacada por la amenidad que refleja con esa sonrisa cautivadora que le envidiaba en la secundaria, cuando decía que no llevaba la tarea y los profesores se lo dejaban pasar y se lo recibían al día siguiente—. Es momento de que se tomen una conmigo

—Toma otra —le pido, soltando uno de mis brazos de Jules, para dejar el otro sobre sus hombros, mientras ella pasa su brazo por mi espalda y pega su cabeza sobre mi hombro derecho. Le sonreímos a la cámara. Bueno, ella hace mucho más que eso, y yo trato de no verme tan soso, aunque a su lado, cualquiera se vería de esa forma.

Me es inevitable no medio girar el rostro para observarla, casi al mismo tiempo que ella también lo hace. Sonriendo con las mejillas levemente sonrojadas. Le levanto una ceja como juego y ella lanza una risa nerviosa antes de bajar la mirada.

¿Por qué de pronto la noche se volvió tan fresca?

—Bien. Bien. Ahora sí, una de los tres —repone Maika, antes de rodearme con uno de sus brazos, colocando el celular en modo selfie y alargando el brazo para que podamos vernos los tres. Jules se inclina hacia adelante, colocando una de sus manos sobre mi abdomen, sin quitar la otra de mi espalda y se pega más a mí. Maika captura el justo momento en que he tragado saliva y mi rostro refleja la sorpresa. Agradezco que sea mi celular, para poder borrarla más tarde, o quizás solo recortarme de la foto, porque Jules y Maika sí que han salido bien, ella especialmente.

No sé cuántas fotos más toma Maika, haciendo diferentes muecas, al igual que Jules, mientras yo trato de seguirles el juego. Ojalá quede espacio en mi celular.

—¡Qué bonito! ¿Tomándose fotos sin mí? —Ginger entra en la conversación, dando pasos largos al lado de Lila, quien sonríe con diversión hacía el gesto de mi mejor amiga.

—¿Quién dijo que no estábamos por entrar para pedirle unas fotos a la influencer? —Maika trata de sonar serio, pero su tono es demasiado hilarante para parecerlo.

—No voy a perdonarles esta traición —La rubia se lleva la mano al pecho con fingida indignación—. Vamos, Lila. Comeremos pizza solas.

—Ven, ricitos de oro —Con mi brazo libre, porque con el otro aun sostengo a Jules de los hombros, le hago una seña a Ginger para que se acerque. Ella enarca una ceja en mi dirección, mientras intercala su vista de mí y la forma tan cercana en que estamos Jules y yo.

La Voz de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora