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Jimin estaba algo nervioso.

Era consciente de que el cumpleaños de Jungkook era en tres días y su bobo corazón lo había convencido de regalarle algo estúpidamente cursi al alfa, lo cual lo hubiera emocionado más de la normal si éste le contestara siquiera sus mensajes, los cuales solo se había permitido mandarle dos.

"Hola Sunbae, podemos hablar?"

Ese corto mensaje se lo había mandado en un arranque de valentía, pues quería simplemente darle la carta que había hecho para el, su corazón había latido muy fuerte a la hora de decidirse si mandarlo y se comió todas las uñas esperando una respuesta por parte de jungkook.

Y ahora se encontraba un viernes, mirando aburrido desde la ventana de su salón, esperando la hora para poder irse de una vez, de forma increíble había podido terminar sus ejercicios rápidamente y el profesor le había sugerido que esperara pacientemente para que no tuviera que hacer ejercicios extras.

Sus manos como siempre siendo inquietas, espezaron a cortar un sin fin de corazones de papel y con un puchero sintió el suyo propio apretarse ante sus pensamientos. Era muy tonto declararse ante Jungkook? Tan alejado estaba de correponder su corazón? Tan difícil tenía que ser?, no era una sorpresa para su cabeza volver a compararse con las omegas, betas y hasta alfas que miraban al chico de sus sueños sin una pizca de amistad, el se sentía simplemente ordinario.

A veces hasta su propio lobo lo reprimia por haber empezado a tener conversaciones con el alfa, pues todo era más sencillo cuando no notaba lo perfecto que éste podía ser, cuando todavía no se había embobado con su sonrisa, su actitud, su amabilidad, su paciencia, todo en el pelinegro le gritaba inalcanzable, simplemente todo estaba tan planificado para el, que parecía ser Jimin lo único que no encajaba con su rutina.

El profesor tuvo que acercarse a Park para avisarle que podía salir, pero antes de irse, éste lo frenó tomando su hombro con una amable sonrisa.

— No lo piense tanto Park, esos pequeños detalles siempre son más que suficiente — habló haciendo referencia a los pequeños papeles en forma de corazón.

— Usted cree?.

– Por supuesto, conquisté a mi esposa con una piedra pintada de su color favorito.

Ambos rieron y Jimin no necesitó más para sentir de nuevo su buen humor volver.

Con una breve despedida el omega se dirigió al patio de los edificios, sin dudas unas simples palabras de aliento necesitaba su acumulado cerebro para tomar una decisión, el no era tan insignificante al lado de Jungkook, cierto? Estaba seguro de que algo de cariño éste pudo haberle tomado en esos meses de conversación, hasta le había cocinado, eso parecía ser algo.

No supo que pacto con la diosa luna había hecho para tener buena suerte ese día, pero en su dirección, con la vista clavada en su celular, venía un Jungkook a pasos rápidos. Se puso frente a éste y alzó una ceja al ver que parecía no querer detenerse.

— Sun...

Los sentidos de Jungkook parecían haberlo abofeteado, ya que a penas el olor a vainilla rozó su olfato alzó la vista, todavía a casi unos tres metros del omega, siguió su paso y se detuvo un poco más cerca de el.

— Sunbae — le sonrió Jimin sin mostrar los dientes.

— Jimin... — sonrió suspirando — Que bueno verte.

— Digo lo mismo, yo... — jugó con sus manos ante la atenta mirada del pelinegro — Quería hablar con usted, a solas.

— Ahora? — preguntó bajo sintiendo su celular vibrar en sus manos, maldiciendo a la persona que decidía llamarlo en ese momento.

Baby's Crush 과즙 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora