𝗣𝗿𝗼𝗳𝗲𝘀𝗼𝗿 𝗛 © ━ Tom Hiddleston.

Capítulo 1: Un café y problemas.

"El tiempo ha estado corriendo, los corazones están corriendo, piensa que Cupido está tramando algo"

Tercer y último año, yo puedo hacerlo.

Madison atraviesa el campus con naturalidad, conoce cada metro cuadrado como la palma de su mano y tras entrecerrar los ojos aspira el grato olor del césped recién cortado. Este año no puede ser tan difícil como los anteriores y ella está casi segura de eso mientras se abre paso hacia los pasillos que llevan directamente hacia las aulas. Ya casi puede sentir el papel del título de "Literatura Creativa" en sus manos lo que la hace sonreír genuinamente mientras sube el peldaño hacia el primer pasillo que debe atravesar.

Este invierno, Madison vuelve a la universidad soltera. Bárbara le había presentado a un chico en el verano con el que tuvo un ligero romance del cual agradeció haber huido a tiempo. Madison se abrió sentimentalmente a él, salían todos los días y se la pasaban muy bien. Besaba increíble de eso ella no tenía dudas, pero al momento de pasar a la siguiente fase Madison siempre se estancaba, las manos torpes del chico intentaban meterse por dentro de su ropa y el terror y el pánico la hacían inventar excusas tontas para salir corriendo de ahí.

Nick no era un chico malo a él le gustaba la guerra de las galaxias y habían tenido una increíble maratón juntos. Madison llegó a pensar que si se conocían lo suficientemente bien hasta podían llegar a tener una relación estable. Pero cuando él intentaba meterse entre sus ropas cada vez que podía, ella comprendía entonces que él solo era de esos chicos que hacían lo que fuera para meterse entre las piernas de una chica y luego, simplemente dejarla.

Gracias al cielo se dio cuenta antes de que pasara a mayores y por suerte nunca se involucró demasiado sentimentalmente. Lo apartó de su vida unas semanas antes de ingresar a clases y desde entonces ha estado inusualmente contenta por volver a obtener su libertad.

A veces Madison resultaba ser un poco inexperta con respecto a las relaciones amorosas, de manera inconsciente ella esperaba al príncipe azul aun sabiendo que eso solo era una mera fantasía romántica para adolescentes. Pensaba que los hombres por ser mayores de 26 años resultaban ser un poco más maduros, pero con la experiencia se dio cuenta de que algunos tenían la mente de un adolescente la mayoría de las veces. Y eso que Madison no había tenido más que dos o tres novios oficiales a lo largo de sus 27 años y él único que valía la pena recordar era a Bruno Ponce, un sofisticado aventurero de la vida un guapo geólogo de nacionalidad argentina que Madison conoció en un intercambio de un curso literario que debió hacer hace un par de años.