Capitulo 39: Nueva oportunidad.

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Sé que no eres una droga, pero me tienes tan drogada

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Sé que no eres una droga, pero me tienes tan drogada.

Madison

Una de las cosas que más disfrutaba de mi nueva vida sin duda eran los brazos pequeños de William sobre mi cuello mientras yacía desparramado durmiendo en medio de la cama y observar los pequeños pies pegados en la espalda de su padre que al igual que yo se amoldaba al movimiento del niño para poder conciliar el sueño.

Nunca hubo problemas para dormir de esta forma, la primera vez que lo hicimos ni lo pensamos. Fue inconsciente y fue perfecto como si hubiéramos nacido para vivir por la noche momentos así. Tom dice que lo malcrío y puede que sea cierto, pero desde que vi siquiera la foto de William en la billetera de Tom yo me enamoré perdidamente de ese pequeño solecito que cada vez crecía más rápido de lo que en realidad deseaba.

—¿Tom? — mi voz somnolienta sonó por sobre el silencio de la habitación con la tenue y cálida luz que se colaba por la cortina — ¿Estás despierto?

—No — respondió con la voz ronca, me reí por lo bajo y me giré teniendo cuidado de no despertar a William, Tom tenía un brazo sobre los ojos.

—Voy a ir a ducharme, ya va siendo hora de irnos — me senté al borde de la cama sigilosamente, mi mente se removió a recuerdos para nada gratos que no podía evitar, uno no podía olvidar lo que tanto daño le hizo de un día para el otro. Si bien era cierto, habían pasado ocho meses desde que pasó todo y dos meses desde que Tom había regresado, a causa de ésto podía decirse que uno ya lo tenía superado. Pero no en mi caso. Era una lucha constante, que sutilmente se apagaba cuando Tom estaba cerca. Se había convertido en mi mantra y en mi único escape con la idea y el terror de volver a perderlo — no querrás ver a tu hermana enojada.

Tom bufó y se quitó el brazo de los ojos justo cuando yo me levanté y me acerqué a abrir las maletas, pues estábamos en Londres en un hotel. La madre de Tom había insistido en que nos quedamos en su casa porque tenía muchas habitaciones vacías y Tom por un momento atinó a decirle que sí. El terror en mi, sin embargo me hizo rogarle que nos fuéramos a un hotel por mi tranquilidad. No desee sonar toxica o talvez dramática. Pero solo había visto una vez a la señora Diana cuando viajo a Nueva York en los meses que Tom estuvo en coma, ella a penas me saludó y estoy segura de que no se enteró de que era la novia hasta que Sarah se lo mencionó.

Percibía cierta tensión de ella hacia mí o tal vez, solo estaba teniendo prejuicios. Y cuando llegamos a Londres para la boda de Sarah ella me saludó con normalidad sin hacer preguntas, jugó con William y habló cosas triviales con Tom. Fue muy amable, por cierto, pero no fue más que eso y en su casa habían muchas personas, amigos y ella era realmente más amable, sonreía y hacía el típico tacto que caracterizaba a Tom  y a Sarah, que detonaba real alegría de tener cerca a alguien. Conmigo no.

Escogí mi ropa, una cómoda porque como iba a ser madrina de Sarah iba a tener que estar ayudándola con los últimos detalles y así no podía andar en tacones, esas cosas definitivamente no habían sido creadas para mí por ningún motivo.

𝗣𝗿𝗼𝗳𝗲𝘀𝗼𝗿 𝗛 © ━ Tom Hiddleston.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora