Capitulo 26: Las señales que conducen a un lugar.

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Madison:

Mi corazón estaba acelerado como si hubiera consumido alguna droga, no recordaba episodios así en mi vida, ni sentirme así de cerca de la emoción que me embarga. La adrenalina, una droga que me miraba encogida desde un rincón. Tom me mira, con la punta de sus zapatos un poco mojados por la salpicadera del agua al llegar al suelo, contengo el aire en mis pulmones al lanzarme bajo el agua, ésta me moja desde mi cabeza hasta mis pies, su mirada calienta cada parte de mi cuerpo, quema, arde... atrás de mi tras la cortina de plástico las chicas se toman su tiempo, guardan un par de cosas, se ríen de alguna u otra cosa y posteriormente se van, mi acompañante en cubierto se levanta, cuando escucho el sonido de la puerta asomo la cabeza fuera de cortina del baño para ver y asegurarme de que se han ido, ni que remedio, el agua se detiene, observo atrás de mí, Tom me mira como si quisiera comerme viva.

—Me siento como un adolescente — dice y eso no hace que me tiente menos de querer lanzarme sobre él, estoy demasiado expuesta, en todos los sentidos, desnuda, mojada dentro de la ducha con mi profesor de teatro. Trago con dificultad cuando lo veo acercarse tanto que al retroceder yo, choco contra el frío metal del cubículo, intento detenerlo poniéndole una mano en el pecho.

—Ya no Tom, ya ésto es demasiado arriesgado ¿Qué no piensas en que puedan vernos? Te dije que no quiero ser yo la que tenga que cargar con la culpa de que te despidan, o peor — Tom apoyó las manos a los costados de mi cabeza, uno de sus risos rebeldes cayó sobre su frente

—¿No sientes lo adrenalínico que ha sido?

Me río y jugueteo con su mechón rebelde, deslizo mis manos sobre sus pómulos marcados y bajo hasta su cuello con cariño.

—Es la cosa más adrenalínica que he hecho en toda mi vida — hago una pausa mientras ladeo la cabeza para verlo mejor — pero tengo que vestirme.

Tom examina hacia abajo, mis pechos expuestos, me sorprende el toque de sus dedos por mi pecho bajar en medio de ellos hasta mi vientre... sus ojos suben hasta los míos. Me queman.

—Como es que eres tan perfecta...

—No me mires así por favor — inconcientemente estoy mordiendo mi labio inferior, mi pulso y la adrenalina no tienen intenciones de avandonarme, pero ésto tiene que parar — ya, vamos — comienzo a empujarlo levemente hacia atrás, Tom sonríe — necesito que me traigas una toalla.

—Bien — pone los ojos en blanco, hace como que va a irse, pero vuelve a mí enterrando su cara en mi cuello y rodea mi cintura con sus manos, me aprieta contra sí en un abrazo que quiere decir mucho más a simple vista — tengo que contarte algo... — dice con su cara enterrada en mi cuello, jugueteando con mi pelo

—¿Algo malo?

Se aleja, con sus dedos enterrados en mi piel.

—Dame un segundo, iré por la toalla — sonríe y se desprende de mí, a los minutos vuelve con una toalla blanca de las que guardan en las gavetas de aseo, pienso que va a quedarse, pero en cambio se va a sentar en una banca justo frente al cubículo de la ducha — vístete tranquila — dice con una sonrisa genuina mientras cruza una pierna sobre la otra y mira el piso pensativo

—¿Todo está bien? ¿Es sobre los resultados? ¿Te dijeron algo? — el pánico se apodera de mi interior y él me devuelve la mirada

—Ya salieron los resultados — dice con sus ojos fijos en mí, mi corazón se detiene un momento me siento incapaz de dejar de ver sus hermosos iris azules — tengo que ir por ellos ésta tarde.

—¿Necesitas que vaya contigo? — Tom estira la comisura de sus labios y sonríe nervioso.

—¿No tienes que trabajar?

𝗣𝗿𝗼𝗳𝗲𝘀𝗼𝗿 𝗛 © ━ Tom Hiddleston.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora