Capítulo 15

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Capítulo XV: REINA SIRENA. PRINCESA ATRAPADA.

 PRINCESA ATRAPADA

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GALIA.

Cuando ya estaba más relajada decido volver con los chicos y la anciana.

Ellos estaban conversando y cuando llego yo todos paran de hablar.

—Galia, tenemos que hablar —dice muy seria la anciana, su cola aleteando efusivamente, nerviosa—. Tu madre ha reforzado la guardia para encontrarte...tienes que huir lo más rápido que puedas. Puede que si te vas tarden tres días en encontrarte. Si te quedas mañana vendrán a por ti.

¿Cómo? ¿Mi madre a usado magia para encontrarme? ¿Por quién la a usado?

—Ha capturado a Cəza, entiende que ella no... —la corto.

—Entiendo. No soy como mi madre, no me hacen falta explicaciones —mascullo—. Además, se como es madre. Se de lo que es capaz, vieja.

Ella asiente. Pero de un momento a otro, sus ojos se abren de más.

—¡Marchaos! —le doy una mirada confusa, sus ojos se vuelven blancos con ligeros brillos—. Están aquí, ¡afuera, ahora!

Miro a Coral. Está asustada. Los demás han seguido sus indicaciones sin rechistar. De una la puerta se abre.

Y no. No son los guardias de Danna. Es el cabrón de Nicolás.

Tiene una sonrisa cínica y macabra en sus labios. Bolsas violáceas bajo sus ojos. El cansancio claro.

—Princesita... —murmura con voz ronca y rasposa.

Coral y yo compartimos una mirada de pánico.

¡Joder!

BAHARI

Estamos nadando lo más rápido que podemos. Escapando de lo que según la anciana eran la guardia de palacio cuando...

¡Mierda! ¡¿Dónde mierda están Coral y Galia?!

—¡Chicos, parad! —grito.

Ellos lo hacen, jadeando y me miran, muy confusos.

—Galia...y Coral...no están —digo entre jadeos.

Ellos miran a todas partes. El más desesperado parece Zigor seguido de Denis. Zigor abre mucho los ojos.

—Mierda —masculla.

Todos damos media vuelta.

—¿Dónde estarán? —pregunta asustada Nerea.

—Seguramente ya estén en palacio —da un parón Briseida—. A no ser que no sea la guardia quien haya ido a por ellas.

¡Mierda!

Nos damos la vuelta de inmediato. En la casa de La Abuela salen luces de todos colores. La que más se diferencian es la luz blanca de un tritón y la de arcoiris. Y no hace falta que vea quienes son como para saberlo.

Galia y Nicolás.

—Te juro que como le toque a alguna de ellas dos o a la abuela no será Galia quien acabe con su jodida vida —mascullo hacia Denis.

Él está sintiendo la misma desesperación que yo. Lo noto.

Aceleramos el ritmo para llegar antes. Justo cuando llegamos las luces paran de emitirse desde dentro. Entramos de un solo golpe por la puerta trasera.

La Abuela está exhalando en busca de aire. Recorro el lugar con la mirada.

No estaban. Se las habían llevado.

—¡Joder! —grito frustrada.

GALIA.

De un momento a otro una nube dorada nos rodea a ambos. Se a donde me quiere llevar.

La torre donde murió Delmare.

Al parecer madre ya tenía una muy buena imagen de lo que me haría cuando su lame-culos oficial me encontrará.

Él tiene mi espalda pegada a su pecho, me sujeta con su antebrazo en un agarre amenazador.

—Quédate quieta. Como te muevas un solo centímetro te rajo el jodido cuello —su aliento choca en mi oreja, estremeciendome por el asco.

—Quítate de detrás y me quedaré quieta. Puedo nadar hasta que me pongas la jodida esposa para no moverme, imbécil —mascullo de mala gana.

Él se ríe al verme enfadada.

—Estás jugando a un juego peligroso —consigo darme la vuelta sin mucho esfuerzo para susurrar en su oído—. No quieras verme enfadada. Podría matarte en una mínima de segundo sin siquiera pestañear.

Nicolás se estremece soltando un jadeo. Me agarra de las caderas presionando mi cuerpo al suyo. No me inmuto aún que mi enfado cada vez vaya a más por su toque. Entierra su cabeza en mi cuello para después subir a mí oído.

—No sabes cómo me encanta verte enfadada. Siempre me han gustado las mujeres con carácter —hace una pausa con voz ronca y más grave supongo por la excitacion—. Pero tu eres una niñata...y aún así...

Asciende sus manos hasta mi cintura, donde da un apretón que me manifiesta su deseo —lo cual no puede darme más asco— mientras pasa su lengua y dientes por todo mi cuello.

De un momento a otro se aleja. Noto que su respiración está acelerada. Si pecho sube y baja a una velocidad acelerada mientras sus pupilas se han dilatado. Sus ojos oscurecidos.

Se soltar el agarre en mi cintura me obliga a ir hacia una cama de agua, en donde al lado hay una esposa para mí cola, enganchada a una bola gigante de hierro. Puedo oler la magia de las cadenas desde aquí.

Me insta a seguir caminando hasta que llegamos a la cama. Me hace una señal con la cabeza para que me siente en ella mientras el agarra la esposa. La coloca en la parte baja de mi cola, la aprieta un poco quizá más fuerte de lo que debería.

El se coloca frente a mi, coloca un dedo en mi mentón para que levante la mirada que tenía clavada en el suelo, pensativa. El se acerca tanto que su aliento choca en mis labios secos.

—Espero que seas una chica buena y no me des muchos problemas —murmura con una sonrisa cínica antes de ir hacia la puerta de la mugrosa torre.

Pues nada...un buen tiempito vamos a estar aquí creo yo, eh.

—¡Espera! —le llamo.

El se para, pero no sé gira.

—¿Dónde tienes a Coral? —mascullo.

Por cómo se mueven sus hombros con una risa suave y ronca.

—Está pasándola muy bien con tu madre —murmura.

Aunque su voz no muestra que la idea le agrade. Por su tono y por la tensión de todo su cuerpo se que no le gusta la idea de que esté con Danna.

Y a mi tampoco.

—Te juro, que como salga de aquí y alguno e ellos dos haya hecho algo a Coral...os encontraré a cada uno de los guardias y de los pertenecientes a la corte y os iré matando uno a uno de una manera lenta y dolorosa —murmuro como una amenaza que el pilla muy bien pues veo como asiente.

Él me conoce desde que éramos niños, sabe de lo que puedo llegar a ser capaz. Y lo haré si le hacen daño a alguno de mis amigos. Sin dudarlo.

La Última Dulce CanciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora