Epílogo

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CINCO AÑOS DESPUÉS

CINCO AÑOS DESPUÉS

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GALIA.

Estaba tranquilamente en casa, después de haber recorrido el mundo(de manera literal) me sentía plena.

Había encontrado un gato, por cierto. Lu

Bueno...gato gato del todo, no. Era un...familiar, según el mismo me decía. Al principio consideré muy deliberadamente que las cosas de mi pasado hicieron que perdiera la cordura en estos años.

Aunque tras el hacerme una pequeña demostración —en la que casi me da un infarto, por cierto— lo creí pues lo vi con mis propios ojos. El gato se tumbó y empezó a convertirse en una...bueno...un gran bicho negro largucho y extremadamente delgado. ¡Sus extremidades eran del tamaño menor a un palo!

—¿En qué piensas, Galia? —pregunta la voz suave de una mujer. O... bueno, lo preguntó el gato.

—En qué eres muy rara, Lu.

Suelta una risita antes de volver a centrarse en su bola de hilos hecha por Galia en una de sus excursiones.

—¿Has pensado en venir a verlo? —me pregunta esta vez la voz de Bahari.

Ella y William están juntos y comprometidos oficialmente. Briseida y Denis se casaron hace ya un mes y se mudaron justo al lado de mi hogar.

—No —miento.

Sé de quién me habla, y no, no he pensado muy a menudo ir a verlo. Está en la ciudad por unos asuntos, según Bahari. Zigor entendió mis razones para irme y las respetó ante todo.

—El...Galia, el está destrozado —murmura lastimosa Bahari.

—Bienvenida al mundo real, Bahari —digo irónica—. Un mundo en el que si piensas en ti, como deberías hacer, te toman por egoísta, pero si eres demasiado buena, te toman por tonta.

Bahari me mira, la tristeza reflejada en su rostro. Se que ella piensa que seré feliz con la vida que tienen William y ella, o Briseida y Denis.

Pero no. No quiero eso, nunca lo he querido y ahora eso no va a cambiar.

—Sabes que Nerea también te extraña —dice no muy convencida.

—No lo creo y ambas lo sabemos —contesto—. Desde la última discusión en la boda de Bri no quiero volver a acercarme a esa niñata desagradecida.

Bahari se sienta a mi lado suspirando, —No seas tan dura con ella, Galia. Fue y es difícil para ella perder al amor de su vida.

Sonrío amargamente.

—¿De que le sirvió intentar echarme de una boda que ni de ella era solo por no querer...ir con Zigor? —digo con evidente ironía—. Que yo sepa, hacer sentir culpabilidad a otra persona no va a arreglar nada de el dolor de la muerte de Coral.

Aún duele...pronunciar su nombre.

—Obviamente que no sirve de nada, Galia —concuerda conmigo Bahari—. Pero...¿de qué te sirve a ti el rencor?

Bahari se queda muy callada y con los ojos muy abiertos.

—¿Que pasa? —susurro.

—Kraken...en el barco Conejo Blanco —murmura asustada.

—¿Que...? —murmuro.

—¡Mueve el jodido culo, Zigor está ahí! —grita.

—¡¿Que?! —grito y me teletransporto lo más rápido que puedo al barco en el que estaban.

—Ay madre de los tritones y sirenas —dice asustada Bahari.

—¿Que habéis echo para enfadar al Kraken, pedazo de inútiles? —grito a todo el barco.

—El que me ha enfadado eres tu, Galia —dice su voz profunda en idioma acuatico.

—¿Yo?

—¿Ella? —pregunta Bahari al mismo tiempo que yo.

—Si —dice—. Tienes algo que me pertence en tu hogar.

—¿Que...? —digo confusa—. Oh mierda.

—Te lo dije —dice como un niño el Kraken,

—¡Lu! —grito tras abrir un portal.

—Dime nena... —su vo se corta cuando ve lo que tenemos enfrente—. Oh... hola papi.

Lu adopta su forma natural.

—¿Se puede saber porque te escapaste? —pregunta haciendo temblar todo el barco con su enfado.

—Eres muy inmaduro papá, he estado bien con la princesa Galia, ella me ha cuidado casi con su vida.

—Eh —llamo la atención del Kraken cuando empiezan a gritarse entre ambos—. Al agua a discutir... y ni se te ocurra abrir un agujero negro en el agua por tu enfado.

El Kraken se hace pequeño y se esconde tras agarrar con uno de sus tentaculos enormes a Lu.

—Nos veremos nena —grita felizmente siendo arrastrada hacia el mar con su padre.

Cuando todo parece relajarse un poco, suspiro apoyando mis manos sobre mis rodillas.

—¿Galia? —pregunta una voz que me hace temblar el cuerpo entero.

—Ahm... —digo nerviosa—. Ho...Hola, Zigor, cuanto tiempo y eso.

—A la mierda el tiempo —dice y deja todo en el suelo para correr hasta mi y agarrar mi cara con sus dos manos y literalmente comerme la boca.

Pierdo la noción del tiempo y de quienes están a nuestro alrededor mirando, solo pienso en el y en lo mucho que lo he extrañado.

—Te amo —dice de repente.

Mi corazón late tanto que duele.

—Y yo, Zigor... te amo con mi vida —susurro sobre sus labios—. Y siento lo orgullosa que me he comportado al no aceptar rus disculpas durante cinco años, pero es que me hiciste mucho daño en su tiempo y...

—No importa, Galia. Lo que importa es que estas aquí conmigo ahora mismo, nada más.

Y ahí, en un atardecer precioso, tomo unas bebidas con mis mejores amigos y mi oficial pareja en el barco que Zigor y Bahari le pusieron Conejo Blanco por Coral.

La Última Dulce CanciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora