Capítulo 21

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Capítulo XXI: La Caída de la Bonita Nube

Capítulo XXI: La Caída de la Bonita Nube

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GALIA.

Me encontraba en una habitación. Imposible de salir. Las paredes y el suelo tenían rayas negras y rojas. No había puerta y mi ansiedad iba creciendo a cada segundo que pasaba sin ver una puerta o algo.

—Así que te han estado todos mintiendo —sisea una voz.

Me giro, asustada hacia donde proviene la voz. Es un chico de cabello blanco, ojos rojos y piel pálida, tan pálida que creo y le pondrías un folio al lado y no se diferenciaria en nada.

—¿Quién eres? —pregunto.

Es la primera vez que siento y me tiembla la voz. Es como si mirarlo me produjera un miedo irracional.

—Soy el dueño de tus recuerdos y tu mente, Galia —dice con voz suave.

—¿C...Como? ¿Mi...que? —pregunto totalmente perdida.

—Soy quie protege tus recuerdos de la magia. Tu padre mandó a crearme a base de magia cuando se esnteró de su enfermedad. Cuando hacen un hechizo de olvido, yo soy quien protege esos recuerdos. Osea, quien los aparta de tu mente hasta que el momento de recordar llegue —dice con simpleza y con su voz suave.

—Osea...¿Alguien me obligó a olvidar? ¿Quién? —pregunto aún más confusa.

—Danna.

Y ahí me quedo perpreja. ¿Era ella todo este tiempo? ¿Como no pude haberlo visto venir antes?

—¿El que y porque? —pregunto. De un momento a otro ya no me muestro confusa, solo...solo vulnerable.

—Porque ella no quería que lo recordarás —vuelve a decir con simpleza.

Y ahí me pierdo en un remolino de recuerdos.

Estabamos papá y yo sentados en el trono. El exigió poner un mini trono al lado suyo para que pudiera estar ahí con el, a su lado.

Rey le llama uno de los guardias cortando nuestra conversación. Tenemos problemas. Unos piratas están buscando pelea en la partición.

Papá se levantó de golpe y se dirigió al guardia. Murmuraron algo que obviamente desde mi distancia no escuché. Papá suspiró en cuanto dejaron de hablar.

¿Quieres venir, cariño? murmura extendiendo su mano a mi.

Yo la tomé alegremente. Fui dando saltitos, quizá excesivamente feliz.

Los guardias me hicieron una reverencia a lo que contesté con una sonrisa amable y dulce. Ellos me sonrieron y se colocaron en posición con sus lanzas y arcos.

Mi cabello en ese entonces lo tenía corto, por encima de los hombros.

¿Preparada, mi niña? pregunta papá.

La Última Dulce CanciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora