Capítulo 18

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GALIA.

Definitivamente estoy perdidísima. Damaris actúa raro desde la conversación que escuché anoche, Zigor me evita y Samantha ignora mis indirectas.

Esta mañana me desperté con Zigor en la misma cama, intenté sacarle conversación con un simple "Buenos días, ¿cómo estás?" Y adivinad que...¡Me ignoró completamente! Se levantó de la cama y se metió al baño. Rato después se escuchó el sonido del agua de ducha caer.

Obviamente lo insulté treinta mil veces como mínimo a lo largo del día —en mi cabeza—, tenía muy claro el concepto de NO preguntar, pero no podía cumplirlo si no cooperaba en mi plan. Y no. No lo ha hecho.

—A la mierda —murmuro molesta en la mesa antes de salir.

Pude ver los rostros sorprendidos de las chicas, al igual que la sorpresa en Zigor.

Salgo a dar una vuelta y tomar aire fresco. Me siento en unos escalones que daban a un jardín de magia según Damaris hecho por ella y su hermana.

Apoyo mi espalda en la balaustrada que daba al jardín. Hay plantas e insectos preciosos.

—¿Qué te pasa? —pregunta de repente Yomi.

Yo me sobresalto, sinceramente ni me acordaba que venía con nosotros. Va con Zigor, quien me mira serio desde su altura con los brazos cruzados sobre su musculoso pecho. Yo le devuelvo la mirada, inexpresiva.

—No sabía que estabas aquí, Yomi —digo confusa ahora ignorando por completo la presencia del hermoso capitán a tu lado.

—Estaba arreglando unas cosas con Atnea —murmura feliz.

Yo le sonrío, no es una sonrisa genuina pues estoy muy tensa y asqueada como para que lo sea.

Él se sienta felizmente a mi lado en los escalones. Zigor se sienta en el de arriba.

—¿Qué te ha pasado ahí dentro? —pregunta con voz suave Zigor.

Qué me hable me obliga a mirarlo para no ser maleducada. Esos ojos azules brillan con extrema curiosidad.

—Nada que te importe en sí —contesto de mala gana.

Él me da una mirada en: "¿en serio vas a empezar con tus niñerías?" que me revuelve el estómago porque me recuerda a las miradas de madre cuando hacía algo que según ella no era apropiado para mí edad.

Suspiro pesadamente.

—Porque estoy estresada. Mi madre y el hermanastro de Coral quieren mi jodida cabeza y ahora también la vuestra. Me quieren torturar porque saben que el no poder ayudar a los que quiero me mataría lentamente de pena. Porque Danna tiene secretos sobre papá que no me quiere contar. No quiere dejar el Reino a manos de lo que ella considera una inútil como yo porque jodería la monarquía. Todo el mundo me oculta cosas y eso me pone muy...muy...muy decepcionada y nerviosa, y a veces violenta —dije tan rápido que me trabé en algunos momentos.

Él me mira, sin decir nada. Por una milésima de segundo veo culpabilidad, arrepentimiento y dolor pasar por todas sus facciones. Pero rápidamente la disfraza de su típica frialdad.

—Dame tiempo y te lo diré...solo...solo no te alejes cuando lo sepas —dice tan bajo que apenas puedo oírle—. Por favor...

Lo miro fijamente a los ojos. 

—No lo haré. Te lo prometo, Zigor —prometo.

No se de donde salió esa promesa a fuego que forjé mirando sus ojos. Fue como si las palabras sentimentales salieran solas.

—Espero que cumplas tu promesa —murmura.

Yo le sonrío dulcemente. El me devuelve la sonrisa un poco nervioso e ido. Ahí me doy cuenta de que no está mirándome a la cara, si no a los labios. Fijamente, muy fijamente. Eso me hace actuar inconscientemente, lamo mis labios, pasando la lengua por ellos, dejándolos húmedos y brillosos. Más apetecibles para el, claro.

—Yo...como que me piro con Coral, je je —dice nervioso Yomi.

Sin esperar respuesta el se levanta y se va corriendo con sus patitas cortas adentro. Zigor y yo nos seguimos mirando, la tensión en el ambiente clara.

El se mueve, bajando al escalón de al lado mio. No sabía lo que haría hasta que coloca una mano en mi mejilla, rozando mi labio inferior con el pulgar. Emito un jadeo inconscientemente por el roce.

Desde el segundo beso para compartir aire he querido volver a besarlo intensamente cada rato que compartía con el a solas. Era casi...insoportable e incontrolable el deseo de volver a tocar aunque sea sus labios con los míos.

El da el paso pero...una voz muuuy aguda nos interrumpe.

—¡¿Has visto que adorable es el amor, Tinny?! —gritó la voz.

—Cállate Lonny —masculló otra voz.

Zigor y yo nos giramos al instante, sorprendidos. Había una preciosa mini-hada parada frente a nosotros. El color de sus prendas era de color morado, y el de la otra negro. La otra parecía incluso mosqueada. Muy muy muy mosqueada con la situación.

Una de ellas se acerca a nosotros. Bueno, a mi concretamente. La de negro fue a mi y me miró con extrema curiosidad, pero asesinando con la mirada a Zigor cuando la pasa a él.

Ella me extiende de su manita una piedra negra. La reconocí como una ágata negra. No me percato de que la hada morada le da una piedra color morada a Zigor también.

—Ahm...gra —iba a decir pero lo corto alterada.

—¡NO! —grito al instante para que no le escuchen las hadas.

El me mira totalmente confundido, hunde sus cejas sin entender.

—Si le dices esa palabrita se podrían enfadar. Y créeme, no te conviene tener un hada enfadada tras tuya —le explico en un susurro cerca de su oído—. Está en la naturaleza de ellas entregar cosas de la naturaleza. Pues ellas son las dueñas de esta.

El ya no se muestra confundido si no perplejo. 

—¿Como sabes eso? —murmura.

Yo sonrío. 

—Samantha me lo enseñó cuando... —me corto a mi misma, no quiero sacar ese tema ahora. Sacudo mi cabeza deshaciendome de esos pensamientos—. Bueno, da igual. Simplemente me lo enseñó hace unos años.

El asiente. Nos giramos de nuevo a las hadas. La de color negra que identifico como Tinny me miraba con absoluta curiosidad, pero sin sonrisa. Mientras, la de morado que reconozco como Lonny sonríe ampliamente. 

—¿Qué hacéis aquí? —pregunto.

—La Diosa Bruja nos ha mandado para vigilarlos. A todos —dice con voz enérgica y dulce Lonny.

—Ah...bien —murmuro perdida—. Volvamos adentro entonces.

Y así lo hicimos. Las chicas y Samantha nos estan esperando. Samantha me pide que extienda la mano hacia ella y así lo hago. Ella pone un frasco de líquido plateado en mi mano. En la etiqueta dice "¡Tres semanas como humana, cariño. Disfrutalo!"

Lágrimas pican en mis ojos, abrazo a Samantha con fuerza en agradecimiento. Cuando nos separamos me seco las lágrimas de mis mejillas, ella me hace una asentimiento diciéndome silenciosamente "Ve, cumple lo que has querido desde pequeña". Yo le devuelvo el asentimiento formal. Me giro a mis amigas y digo energética.

—¡Que comience la verdadera aventura!

La Última Dulce CanciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora