Capítulo VI: Cəza.
GALIA.
Estamos nadando. Yo agarrando de la mano a Zigor para que pueda nadar tan rápido como nosotros. Mientras que Bahari hace lo mismo con William.
Llegamos a la otra punta de Acuarium, entrando por callejones, y por partes solitarias de la ciudad. La ciudad tiene sus mismas vibras, pero...algo me dice que hay cosas que no van bien. Algo no va bien.
Nos hemos tenido que esconder corriendo de algunos guardias en alguna ocasiones. Ya nos están buscando por toda la ciudad.
Llegamos a una casa, una casa bien cuidada con un jardín repleto de plantas marinas y pececitos por ahí y por allá.
—¿Puedo sa- — le corto lo más rápido que puedo a Zigor cuando intenta hablar.
—Cállate. —mascullo.
Él me mira ofendido, —Perdona, pero no eres quien como para mand-
—Que te calles. —espeto frunciendo el ceño.
Él infla sus mejillas, enfurruñado y blanquea sus ojos.
Cuando toco el timbre, le suelto la mano. Y de nuevo no se porqué, pero me da la sensación de que se enfuruña más con ello.
—¿Qué querías? —le pregunto cómo a un niño.
—¿Porqué hay guardias por todos lados? —repite mirando a otro lado, enfurruñado.
—Porque soy hija de la reina. —digo sin mucha importancia—. Y posiblemente ahora mismo esté pidiendo mi cabeza a todos esos guaridas —añado con risa.
Él luce alarmado e incluso horrorizado con la idea. Decido ignorarlo pues la anciana Agnes nos abre la puerta.
—Oh...queridos...supongo que venís a ver a mi nieta, pasad. —ofrece nada más vernos con la voz más tranquila y dulce que jamás hemos escuchado.
Nosotras le dedicamos una sonrisa educada. Que al ver que Zigor y William no devuelve, les doy una palmada en la nuca y una mirada que hace que reaccionen de inmediato y le sonríen ha la anciana Agnes.
—Agnes. —la saludo de esa manera.
Ella y yo siempre hemos sido buenas amigas. Quiero decir, cuando papá murió, a madre se le fue del todo la cabeza, no pensaba, no razonaba. Con lo cual, cuando quería escapar de algún entrenamiento con Denis y que el me permitía, venía con ella ha preparar pastel de frutas marinas.
—Galia cariño. —me da un abrazo que podría haberme partido las costillas.
Aún no entiendo como una anciana puede tener tanta fuerza bruta.
—Esperad y llamo a Cəza. —dice con una sonrisa.
Tras ella irse, todos nos sentamos en las sillas. Las sillas y sofás de este reino tienen la medida exacta para que sea cómodo para nuestras colas poder sentarnos.
Cinco minutos después viene Agnes con Cəza agarrada de la oreja. Cəza quejándose.
—¡Abuela! ¡Justo ahora venía lo más intenso de la pelea! —dice enfurruñada Cəza cuando Agnes la suelta.
Agnes le da con su bastón. Pues Cəza y Agnes son...brujas, con lo cual tienen cuerpos humanos, no como nosotras.
— ¡Auch! —la mirada de Cəza se dirige hacia nosotros—. ¿Vosotros sois...? —deja la pregunta al aire.
— Galia, Nerea, Denis, Bahari, Briseida, Coral, Zigor, William y... ya está. —dice Agnes por mi, dejándome boquiabierta, al ver mi confusión se ríe—. Soy una bruja del agua y tengo poderes de intuición cariño. —explica.
Yo asiento aún sorprendida.
—Bueno, Galia, ¿que quieres? —se dirige hacia mi.
Se que conmigo tiene más confianza que con las chicas o con unos piratas desconocidos, con lo cual respeto que solo hable conmigo. Pues soy quien mejor puede explicar el plan.
—Necesito tu ayuda. —digo—. Urgentemente. —añado con un poco de desesperación.
Ella asiente dubitativa.
—¿Qué pasa, Galia? Jamás te había visto tan preocupada. —dice, su preocupación maternal le es incontrolable.
Siempre me ha tratado como a una hija, a pesar de que nuestra diferencia de edad es de sólo cinco años, ella me ha criado en cosas que madre no lo hizo en su tiempo.
—Mi madre quiere mi cabeza en una pica. —suelto sin preámbulos.
Escucho el jadeo de horror por parte de la abuela Agnes. Cəza agudiza su mirada.
—¿Qué necesitas? —pregunta de inmediato tras analizar la situación.
—Necesito la poción para poder convertir mis piernas en humanas durante una semana, para buscar a la Diosa Bruja. —digo, veo como sus ojos se iluminan al hablar de la Diosa Bruja.
Lo cual no me extraña, se que ellas se conocen desde pequeñas, pues Cəza me contó la historia.
—¿Vas a ir a Solárium y ha Palacio? —pregunta con una sonrisita.
Yo asiento segura.
—Bien, podré ayudaros. —dice, pero ahí no termina—. Pero necesito algo a cambio, ya sabes, y como es tan urgente este favor, os pediré algo fácil de conseguir. — dice.
Nos quedamos unos segundos en silencio. Agnes muy atenta por si tiene que darle con el bastón a su nieta de nuevo.
—Una manzana dorada, de Endilandya. —dice con su sonrisa ensanchando.
Bien. Esa tarea no es tan difícil, ¿no?
—Pero...para ello, tendríamos...ahí no hay agua, moriríamos. —dice confusa Coral.
Cəza drigie su mirada a ella, —No. Porque os llevan engañando toda vuestra vida.
Yo arrugo las cejas con confusión.
—Podéis estar como máximo cinco días fuera del agua sin necesidad de pociones. Si tardáis más, empezaréis ha debilitaros hasta morir. —dice bajo como si fuera secreto de estado.
Yo la miro con los ojos abiertos como platos. Eso no me lo esperaba. Pero asiento de inmediato.
—Esta tarde iremos. —dicto antes de despedirme con un pequeño asentimiento.
Ella me lo devuelve, y antes de que salga por la puerta, Agnes se acerca.
—Tomad, no podéis entrar sin esto, cariñitos. —coloca en mi mano un pequeño frasco con líquido dorado.
Yo asiento.
Pues a Endilandya se dijo...
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La Última Dulce Canción
FantasyGalia, una sirena a punto de pasar a trono de cristal. Sí, las sirenas existen. Y no todo el rato son bellas y hermosas. Galia se niega a matar a los piratas que se crucen en su camino. Ella no es como su madre. Y no quieres serlo. Le salvó la vida...