Capítulo 22

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Capítulo XXII: LA REINA MUERTA.

GALIA.

—Hija —escucho la voz de Danna.

Levanto mi vista y la encuentro ahí, mirándome con ojos brillosos.

Y una sola pregunta ronda por mi mente...

«¿Porque lo hizo? ¿Tuvo un buen motivo para hacer lo que hizo?»

La respuesta creo que ya la sabía, muy dentro de mi pero no hacía. Definitivamente lo hacía. Sabía la verdad de todo. Pero...

¿Que sería la vida sin un poco de drama?

Nada. Así que en sólo unos segundos planee un plan maquiavelico para hacer sufrir un poco a Zigor por mentirme.

No, no estoy sumamente enfadada con el. Más si molesta... muy molesta.

—Vale, contexto aquí, por favor —miro a Briseida y Bahari que están con sus manos apoyadas en sus rodillas y ambas jadeando.

—Que la loca de tu madre casi nos mata ahogadas —dice con rabia Briseida.

Yo miro de inmediato a Danna. Ésta se hace pequeñita en su lugar.

«Tiene los ovarios para intentar matar a una de mis chicas y no para enfrentarme...patético»

—G...Galia, cariño...sabes...sabes que esto lo hago por tu bien y por el del reino —intenta manipularme mi madre.

Oh no...esta vez no caeré. Ella intenta hablar de nuevo pero la interrumpo, llevando a cabo mi plan.

ZIGOR.

—Lo recuerdo todo —dice Galia de repente.

Mierda...si...si lo recuerda todo eso significa que ella sabe que dejé que papá le hiciera eso a su padre. Cada vez que cierro los ojos la mirada de dolor de Galia me atormentaba y atormenta actualmente. 

—¿T...Todo? —pregunta Danna y puedo escuchar la pizca de esperanza en su voz. 

No dejes que te manipule como la última vez —suplico internamente.

—Todo —dice con voz dura, intercalando la mirada entre Danna y yo.

No hay rastro de emoción en su rostro.

—Galia —intenta acercarse Denis pero ella alza su mano bruscamente en su dirección. 

—Quieto ahí, Denis. Ahora no es el momento para creerse héroes —espeta ella dejándonos a todos atónitos.

Briseida y Bahari bajan la mirada al suelo con el ceño fruncido. Galia dirige su dura mirada a ellas.

—¿Tenéis algo que alegar? ¿Alguno? —pregunta para todos.

Ellas niegan y lentamente todos les seguimos. La mirada de Galia se posa en mi. 

Ella me miraba con absoluto desprecio, decepción y odio. Mi pecho se oprime por esa mirada que sabía que me encontraría. Pero no estaba listo para aceptar esa mirada, no estaba listo para aceptar que se alejara. No podía dejar que se fuera. No otra vez.

—Galia, por favor, escúchame... —dejo mi frase al aire para ver si aceptaba.

Lo hizo, pero los cincuenta segundos que me llevó preparar mis palabras para intentar convencerla su paciencia se agrietó mucho.

—Habla de una jodida vez, Zigor. O te juro y te mataré con mis propias manos —me amenaza frívola.

—Galia, tranquilizate...solo...solo... —mis manos comenzaron a temblar y mis ojos picaban por lágrimas que luchaban por salir—. Déjame mostrarte lo que pasó —extiendo mi mano hacia ella para que la agarrara y no se dejara guiar por las mierdas de su madre—. Por favor... —mi voz llega a un punto que se quiebra.

—Galia, ¿a quién creerás antes? ¿Al hombre que decía amarte y te abandonó a tu suerte o a la mujer que te parió? —la manipula Danna.

—Vete a la mierda —murmuro hacia ella, una furia en mi interior que no sabía y tenía sale mezclada con el profundo miedo de perderla—. ¡Tu me amenazaste con matar a mi hermana pequeña si no me alejaba de Galia!

—¡Lo hice por su jodido bien! ¡¿Te crees que iba a tener una deshonrra de hija solo por que se vaya con el hijo del hijo de perra que mató a su jodido padre?! —me responde Danna histérica. Galia abre los ojos, totalmente sorprendida y dolida. Emite un jadeo de indignación. Sus ojos se llenan de lágrimas.

—Sois todos unos mentirosos —dice con voz aguda, entrecortada y llorosa.

—¡Deja de llorar! —le ordena Danna en un grito—. Se fuerte y mata a ese hijo de puta.

Ella se gira lentamente a mi. No hay expresión alguna en su rostro, eso dolió, dolió mucho.

—Bien —murmura finalmente, su voz carente de vida—. Apresarlo.

Esa orden no supe a quien iba dirigida hasta que dos guardias me apresaron por mi brazo derecho e izquierdo. Intento zafarme pero solo basta una mirada de soslayo por parte de Galia para que no lo hiciera. Una amenaza silenciosa junto a un plan secreto de su parte.Ella estaba mirando a su madre cuando se agacha lentamente al suelo. Agarra su arco blanco, saca una flecha de su mochila colgada en su espalda. No fue hasta que me di cuenta de que era la flecha, era de diamante. El único material capaz de matar a un inmortal fuera cual fuera su raza, incluyendo dioses. Coloca la flecha en el arco, por una fracción de segundo me parece que iba a disparar en mi dirección. Pero no. No se gira a mi. Fue a su madre, y antes de que ella pudiera reaccionar ya tenía una flecha clavada en su garganta.

De sus ojos y boca salió una luz blanca. Tras esa luz cegadora para algunos desaparecer, vi que en sus ojos solo quedaba sangre por una quemadura que atravesó hasta su nuca, con la forma de sus ojos.

—Dejarlo —ordena firme Galia.

Los guardias no dudan en obedecer sus ordenes.

—Sabía quién decía la verdad y quien no —me explica Tinny al oído.

Yo asiento. Galia se gira a mi, se acerca lentamente a mi. Me sorprende que en vez de recibir una bofetada agarra mi rostro con ambas manos y estampa sus labios a los míos en una confirmación a su promesa de aquella tarde sentados en el porche de la casa de mamá. Nunca me dejará. Ella me ama también. Ella jamás me abandonará. 

—Ahora, señorito, vamos a tener una larga conversación —remarcó—. Para enmendar esos errores del pasado.

Sonrío como idiota al ver su sonrisita y sus mejillas sonrojadas.

GALIA.

Ver su sonrisa me hizo recordar que quizá lo herí con mis palabras y miradas de antes.

—Por...por cierto —murmuro nervios—. Siento como...como te miré antes. Ya sabes, el plan y eso.

Mis palabras se cortaron cuando esta vez es él quien estampa sus labios a los míos. Reclama mis labios con ansias de más y más. Ese más que frente a todo este jodido público que nos mira como si sus ojos se fueran a salir de sus órbitas no pueden ver. 

—Ahora sí que sí podemos volver a la aventura —digo para los demás tras separarnos jadeando.

La Última Dulce CanciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora