Yoongi caminaba rápidamente por los pasillos de la empresa en la que trabajaba Jimin, tratando de disimular su preocupación y enojo cada que se topaba con un trabajador del lugar. ¿La razón de su preocupación? fácil, Jimin había desaparecido de su campo visual y todo por una tonta distracción.
El blanquecino no paraba de preguntarle a cada persona que se le atravesaba por el camino sobre el paradero del rubio, recibiendo como respuesta "No lo sé" "¿No sé encuentra en su oficina? usualmente no sale" "¿No se habrá ido, ya es medianoche?" "Saber eso ¿No es tu trabajo?" este último fue el más grosero, pero Yoongi se lo dejo pasar, pues el hombre parecía estar muy cansado.
Yoongi no tenía muchas esperanzas de encontrar a una persona, a esas horas, dentro de ese enorme edificio que supiera del paradero del hermoso rubio y que no estuviera tan cansado y con un humor de los mil demonios. Un estado clásico de todos los trabajadores de Corea del Sur.
Soltando un sonoro suspiro miro el techo de la recepción tratando de tranquilizarse y analizando la situación, pero un pequeño aparato llamó su atención e hizo que un foco en su cabeza se prendiera e iluminara sus pensamiento causando que corriera a una velocidad que nunca pensó que podría correr.
En pocos minutos estuvo frente la puerta del cuarto de seguridad. Sin esperar ni un segundo toco insistentemente la puerta del lugar y a los pocos segundos la puerta se abrió dejando ver el rostro adormilado del guardia, quien al verlo frunció el ceño, pues el beta sabia que el blanquecino tenía que estar prácticamente las veinticuatros horas del día cerca del vicepresidente y no en el cuarto de seguridad.
-Señor Min, ¿Qué se le ofrece?- Pregunto cortésmente el guardia.
-Quiero ver las cámaras de la empresa- Ordeno agitado el blanquecino.
-Lo siento, pero tiene que tener un permiso especial- Contesto apenado el beta.
-Se trata sobre el vicepresidente Park Jimin- Habló el alfa sintiéndose nervioso por el paradero del omega.
El guardia lo medito por un momento, pues una parte existía un reglamento que firmo cuando entro a trabajar a esa empresa, y que claramente especificaba la prohibición de personas ajenas al cuarto de seguridad, y por otra parte el asunto se trataba del vicepresidente y podría tratarse de un asunto serio.
El guardia sabía que en cualquiera de sus opciones corría el riesgo de perder su valioso trabajo, una por poner en riesgo la integridad de su jefe y la otra por romper las reglas. Suspirando opto por romper las reglas, no pondría en riesgo a la persona que le brindo un trabajo cuando más lo necesitaba.
-Pase, señor Min- El hombre se hizo a un lado permitiéndole el paso al guardaespaldas.
-Gracias- Dijo el más joven.
-¿Que cámara desea ver?- Pregunto amablemente el guardia.
-Las cámaras del penúltimo piso- Contesto seriamente.
-Esta bien, ¿Sabe exactamente la hora?- Dijo el beta mientras tecleaba algunas cosas en su computadora.
-Desde las veintitrés horas- Hablo el blanquecino observando fijamente los movimientos del otro hombre.
-Esta bien- Rápidamente el guardia hizo lo ordenado por el alfa.
El guardia de seguridad puso las grabaciones en una velocidad lo suficientemente adecuada para la examinación del blanquecino. Hasta que en un determinado momento escucho como el alfa a su espalda le decía que parara la reproducción del video.
-Me puede explicar, ¿por que hay un salto de tiempo de 10 minutos en el video?- Pregunto con el ceño fruncido el blanquecino.
-Después de la medianoche las grabaciones se almacenan automáticamente en las memorias lo que causa que tenga que cambiarlas y eso me toma unos minutos y también le toma minutos a la computadora en aceptar las memorias- Explico el el hombre que pesar de su condición de beta podía distinguir las feromonas que desprendía el otro y que claramente demostraban la preocupación del alfa.
-Esta bien, ¿las escaleras tienen cámaras?- Pregunto el alfa.
-Si, pero también tienen el mismo sistemas que las demás cámaras- Contesto el beta.
El alfa pensó seriamente en lo que había dicho el guardia llegando a la conclusión de que el menor tuvo que haberse ido por su cuenta y no forzadamente como pensó en un principio. Trató de recordar los últimos minutos antes de que perdiera de vista a Jimin y todos sus recuerdos lo llevaba hasta la gran oficina de su jefe.
En ese momento Yoongi le gradeció al guardia por su colaboración y se fue del cuarto de seguridad en dirección a la oficina de Jimin. Al llegar a la entrada de la oficina se adentro a esta y empezó a inspeccionar todo el lugar tratando de recordar como era antes del que el menor desapareciera.
En ese instante recordó las botellas de vodka que estaban en el estante de madera y cristal. El alfa recordó claramente que eran seis botellas, pero ahora se encontraban solamente cinco de ellas.
Yoongi analizo la situación reiterada veces preguntándose en donde podría ir una persona con una botella de licor en un lapso de menos de diez minutos. Llego rápidamente a una conclusión, pues se puso en el lugar del omega y se dirigió al lugar en el que creía que estaría el rubio.
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Un Amor Letal- YoonMin
Short StoryJimin creía que lo peor que pudo pasarle, además de ser un omega, era haberse enamorado de su guardaespaldas.