Capítulo 1: ¿Cómo se le da tan bien fingir?

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El primer día de clase siempre había supuesto un reto para mi. Asignaturas nuevas, gente nueva o, incluso, algunos profesores nuevos. El simple hecho de presentarme ante una magnitud gigante de personas, me cortaba la respiración.

La timidez me llevó a esconder mi cuerpo: sudaderas anchas a todos los lugares en los que iba. No me gustaba mi cuerpo, las costillas se me notan a kilómetros, apenas tengo musculo en cualquier parte de mi cuerpo; la fuerza no es una cosa que se protagonice en mi cuerpo.

Pero cansada de esconderme; decidí dar un vuelco a mi vida el verano pasado. Ya no bajo la cabeza ante la gente. Ya no me preocupa lo que piensen los demás. Sin dejar las sudaderas de lado, utilizo todo tipo de ropa. Ropa que nunca hubiese llevado hace unos ocho meses.

Así que, qué por el simple hecho de que todos mis compañeros me estén mirando ahora mismo sea por no llevar ropa ancha, me pone enferma. Entiendo que algunas miradas sean de asombro: "Wow, Sandra Agramonte no lleva ropa ancha". Pero sigo sin entender la mirada de algunos chicos, como si fuera algún trozo de carne.

"Si, llevo una falda y un top. Superarlo"

Como siempre, la entrada magistral de mi mejor amiga me salva de todo. "Gracias, Emma"

-Hola.-susurra una vez sentada a mi lado.

-Buenas.-le saludo ignorando las miradas.-Llegas un poco tarde.

-El profesor llega aún más tarde.-dirige su mirada hacia la mesa de los profesores.

-Profesora.-le corrijo.

-Sigue dándonos Traxler.-afirma por su cuenta.

-Si.-le digo sin entusiasmo.

No es que Traxler se caracterice por tener un buen humor. Puede aparentar ser la mejor profesora en los primeros días, pero cuando pasa el tiempo...sus clases se convierten en un maratón constante. Coger apuntes en su clase, es una tarea casi imposible. Tienes suerte si consigues acabar dos hojas.

-¿Qué miras, idiota?-pregunta Emma detrás de mí. Me giro para ver a quién le ha dicho tal pregunta, uno de los "acosadores".-No tienen respeto al...-se ve cortada por un gran portazo.

Traxler acaba de entrar y no se le ve con mucho ánimo. Eso es nuevo, generalmente, tiende a ganarse el corazón de sus alumnos antes de masacrarlos. Por lo visto, Emma, un chico más, del cual no recuerdo su nombre, y yo; somos los únicos que la conocemos. Los demás tuvieron suerte de que les diera Basora, ese si que era un buen profesor.

-Buenos días.-ahí está. Es imposible para los nuevos darse cuenta de su buena actuación. Esa mujer con el pelo más rubio posible y con unos ojos azules de otro mundo...es toda una pesadilla andante.-Soy la profesora Traxler, os impartiré anatomía nivel cinco.

Tiene una técnica para ganarse a todos. Primero, nos hablará sin formalidad como acaba hacer. Segundo hará alguna broma en contra de la universidad. Y por último se reirá "con nosotros". "No de nosotros, por supuesto".

-Que bien actúa.-me susurra Emma cerca de mi oreja.

-No lo sabes tu bien.

-¿Alguna pregunta?-todos se quedan callados.-Vamos, no muerdo.-oh, doy por hecho que si muerde.

Una mano valiente sobresale de toda la multitud. Ser unos cuarenta en clase, ayuda a escabullirte algo. Agradezco que haya sido ese chico el atrevido, de otra manera...habría preguntado a alguno de sus alumnos veteranos. El 33,3 periodo puede sonar a poco, pero es demasiado cuando sus palabras se dirigen hacia a ti.

-¿Cómo nos evaluará?-su pregunta es buena y eso a ella le gusta.

Le gustan los retos, no es que me refiera a que su pregunta sea un reto, pero casi siempre, la primera pregunta que le hacen está referida a su nombre. Sorpresa, la conozco desde hace cinco años y todavía no sé su nombre, y sin duda nunca lo sabré.

Secretos envenenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora