Unas puertas de roble macizo son lo único que me separa de mi actual pesadilla; la biblioteca. Desde sus cristales translúcidos apenas puede verse una fracción del lugar, pero con ello me sobra para saber que aquel día sigue estando presente en mi cuerpo aún habiendo pasado una semana.
Una semana desde su muerte.
– ¿A qué esperas, pelirroja?-la voz de Klaus en mi oído hace que salte del susto.-Vaya. Pensaba que sabías que estaba a tu lado.-me mira confuso.-Perdona.
– No, no me había dado cuenta.-intento no sonar nerviosa.-¿Llevas mucho rato?
Ni siquiera soy capaz de recordar el momento en el que mis pies han decidido cesar de andar.
– Lo suficiente como para saber que algo te preocupa.-se recarga en la pared con los brazos cruzados.-¿Qué pasa por esa cabeza?
– ¿Sabes cuándo vendrán estos?-intento omitir su comentario.
– ¿Rizzo y Gómez?-asiento.-Los he visto en el aparcamiento hace unos minutos. Estaban aterrados con el examen.-se ríe.
– ¿En el aparcamiento?
– Si. No creo que vengan.-levanta sus hombros.-Les he visto bastante apurados.
– ¿Qué tal lo llevas?
– Mejor que el anterior, de eso no hay duda.-señala las famosas puertas.-¿Entramos ya? Cuanto antes terminemos, más tiempo tendremos para estudiar.
– No pienso estudiar más.-le sigo el paso.-Si estudio una palabra más, me estallará la cabeza.
– Mi hermana está igual. Casi no ha dormido en tres días.
– No puedo...
– ¿Qué tu hermana que, Klaus?-Rizzo nos empuja para pasar el primero.
– Alegrar esas caras.-comenta Gómez cuando pasa por nuestro lado.-¿Pensabais que no íbamos a venir?
– No les hagas caso.-le susurro a Klaus.-Terminemos con esto cuanto antes.
– Eso, no le hagas caso.-Gómez se gira hacia nosotros fingiendo cara de pena.
– Tío, para.-le advierte su amigo, cosa que no tarda en sorprenderme.
– Acabemos con esto cuanto antes.-Klaus se dirige hasta la mesa principal del lugar, donde el director nos indicó, hace unos días atrás, que estarían nuestras instrucciones.
– ¿Qué dice?-le pregunto a Klaus mientras intento no girarme hacía las tonterías que hacen los otros dos con algunos libros.
– Tenemos que recoger todos los libros, colocar las mesas y sillas en su lugar correspondiente y...-se calla por unos segundos.
– ¿Y?-le arrebato el papel ante su desconcierto.-¿Tenemos que hacer esto?-lo miro indignada.-¿No pueden bajar ellos?-miro de reojo esos libros tan antiguos que en un momento de la mañana tendremos que llevar hasta ese lugar.
– ¡Chicos, os queréis callar de una puta vez!-grita Klaus tan repentinamente que logra sorprenderme.
– Aprende a divertirte, Klaus.-Gómez camina hasta nosotros y no tarda en quitarme el papel de las manos.-¿A qué esperamos? Cuanto antes lo hagamos, antes saldremos, ¿no? Tu mismo lo has dicho.-y sin decir otra palabra, camina hasta Rizzo, le da las instrucciones y ambos comienzan a recoger.
– ¿Somos a los únicos que les importa ir hasta ese lugar?-pregunto asombrada.
– Parece ser.-Klaus se gira para ver como los otros dos hacen correctamente su trabajo.-Si tenemos suerte, lo harán ellos.
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Secretos envenenados
Acak¿Qué pasaría si un día te levantaras de la cama y descubrieras que no eres tan humana como te hacían creer? ¿Qué pasaría si tus profesoras de universidad no estuvieran tan lejos de parecerse a ti? Y sobretodo, ¿qué pasaría si ellas mismas afirmaran...