Capítulo 16: Una gran rata de biblioteca

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– Y eso sería todo. Debes portarlo siempre.

– Entonces, ¿así es cómo lograré defenderme?-le pregunto al señor Darby señalando el collar.

– Si, emitirá una señal en el mío y así sabré a quien mandar a tu rescate.

– O sea... que no me defiendo, sino me salvan.-le miro confundida.-Como una dama en apuros.

– Solo será hasta que aprendas a utilizar tus poderes. Eres muy poderosa, Sandra.-camina hasta dejar una mano en mi hombro.-Y nadie quiere ver como otro brujo pierde el control. Míralo así, es por si acaso.

– ¿Hay más brujos que pierden el control?

– Por supuesto. Si yo te contara.-camina hasta apoyarse en su escritorio.-Tu abuela perteneció a una de ellos por un tiempo. Sus poderes incrementaban a medida que crecía y eso no es muy común en los brujos normales, así que nadie sabía cómo ayudarle. Por eso creó el collar.

– ¿Ella lo creó?-pregunto impresionada viendo la hermosa joya.

– Así es. Confió en mí para que yo fuera su guardián, así como el señorito James es el tuyo.

– Pero él no tiene el otro collar.-señalo el que tiene el señor Darby en el cuello.-Lo tiene usted.

– Eso es porque todavía no está preparado. Necesita pasar unas pruebas antes para saber que estáis conectados.

– La magia es demasiado compleja.-me quejo cogiendo la mochila.

– Solo si no crees en ella, Sandra. ¿Qué te parece empezar con el entrenamiento mañana sábado? ¿Tienes algo que hacer?

– No, me va bien. Pero me tengo que ir ahora, antes de llegar un día más tarde a clase.-camino hasta la puerta.

– ¿Qué tal la semana pasada? ¿Intentaron algo?

– No, solo se dedicaron a dar clase.

– Bien. Sigo preguntándome porque vas a sus clases.

– Porque necesito aprobarlas.

– Cierto.-sonríe de medio lado.-Bueno, hasta el sábado.-abre la puerta por mi.-Avísale al señorito James, creo que he perdido el teléfono móvil de nuevo.

– De acuerdo, nos vemos el sábado.-salgo dispara antes de que me diga algo más.-Hasta el sábado.-me despido de la recepcionista, quien sin duda cambió de personalidad desde que me enteré de la verdad.

Admiro el collar unos segundos más; es hermoso y a la vez un arma letal, que en las manos incorrectas podría conllevar a miles de errores fatales.

"¿Alguna vez lograré controlarme para no tener que portarlo?"

. . . . . . . . . . .

– Vaya, vaya. Mirar quien se digna a aparecer.-le saco el dedo del medio a Klaus mientras me siento a su lado en la mesa del comedor.-Demasiado pronto, ¿no?

– Que gracioso.-le digo con sarcasmo.

– ¿Dónde te has metido esta mañana? Ni siquiera te he visto desayunar.-pregunta Emma llevándose una rebanada de su tostada a la boca.

– He tenido que ir al señor Darby.

– ¿Quién es el señor Darby?-pregunta Isla nada más llegar con su bandeja, se sienta enfrente de mí, regalándome una de sus preciosas sonrisas.

– Mi psicólogo.-le robo una patata frita.

– ¿Vas al psicólogo?-pregunta Abelone.

– Si, desde pequeña.

Secretos envenenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora