Aldora Traxler
Esos bastardos, hijos de puta, gilipollas... Y todas las palabrotas malsonantes que existan en este mundo... Esos a los que una vez llamé miembros de mi entorno cercano.
Los miembros del consejo.
Esos...
— ¿Quieres comer algo? — Melanie tira su bolso sobre la encimera de la cocina y se deja caer sobre una de las banquetas de madera.
A ella le encantaba sentarse ahí para desayunar. Té rojo con leche y lo que sea, pero con chocolate. A ella le encantaba el chocolate.
Y a mi me encanta ella.
— No tengo hambre — Declaro, caminando hacia ella.
— Yo tampoco. Era por... — Poso la mano sobre su mejilla. Sus párpados están rojos e hinchados, y tiene unas bolsas enormes y negras debajo de los ojos. Apuesto a que yo debo tener la misma apariencia —. Por hacer algo.
Debo ser fuerte. Por Melanie... Y por ella.
— Darby me ha devuelto su grimorio. Ha pensado que lo queríamos tener nosotras — Saco el objeto de mi bolso con cuidado —. La carta de su abuela...
— Si, me lo ha dicho James. La han enterrado con ella.
Enterrado... Es una palabra que hasta hace poco me importaba una mierda escuchar. En cambio ahora es como si me golpearan miles de veces en el alma.
Ser una nigromante implica poder contactar con los muertos. ¿Por qué no puedo hacerlo con ella? Tal vez es porque me niego a pensar que ella esté...
— ¿Tú crees que deberíamos habernos acercado? — Pregunta en un susurro, ladeando la cabeza hacia mi mano.
Ver a su madre llorando, gritando devastada no ha sido lo peor que podríamos haber visto desde la lejanía de la entrada del cementerio.
Conozco a Melanie desde hace años y el único funeral que he tenido que asistir con ella fue al de su madre. Nadie lloró en él. Todo el mundo sabía cómo era su madre. Una mujer capaz de hacer eso a una hija es algo...
Era una mujer maligna. Demasiado como para obligar a su propia hija a meterse en la mente de los demás y romperla desde dentro. Obligar a su hija a matar a los que no aguantaba...
No recuerdo el nombre del último al que quebró la mente, pero sí que el cadáver de aquel hombre me llevó hasta ella.
Pero este funeral era diferente. Sus amigos se habían reunido en un corrillo; llorando y suplicando. Al otro lado, Darby y James intentaban consolar a su madre, pero tan siquiera eran capaces de hacerlo con ellos mismos.
Un funeral devastador en todo el sentido de la palabra.
"Sandra Agramonte
Querida hija y amiga"
El apellido Neumann no estaba tallado en aquella lápida de mármol blanco.
Y es algo totalmente comprensible si nos paramos a pensar en el poder de aquel apellido. Con su... Con lo que pasó hace dos días en aquel parque, la estirpe de las Neumann ha acabado para siempre.
Las Nefilim han terminado.
Aunque sólo queda una...
Desconozco el nombre de su madre. Nunca llegué a preguntárselo.
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Secretos envenenados
Aléatoire¿Qué pasaría si un día te levantaras de la cama y descubrieras que no eres tan humana como te hacían creer? ¿Qué pasaría si tus profesoras de universidad no estuvieran tan lejos de parecerse a ti? Y sobretodo, ¿qué pasaría si ellas mismas afirmaran...