Capítulo 32: Secretos envenenados

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— ¿Qué opina mi madre al respecto? — Pregunto aún con la mirada puesta en el parque infantil, cuyo balancín no ha parado de moverse desde que hemos decidido sentarnos y una horrible corriente de aire se ha levantado.

El horrible chirrido que crea esa maquinaria es lo único que se escucha a nuestro alrededor. Parece que estamos solos; pero los tres sabemos que eso está muy lejos de ser verdad.

James, a mi lado, mantiene las manos escondidas dentro de sus bolsillos. Desconozco el por qué, aunque algo me dice que no es porque estamos a siete grados y el invierno está más presente que nunca.

— Tu madre no está enterada del plan.

Agradezco al señor Darby que no le haya dicho nada sobre esto a mi madre; de ser así, ahora mismo, estaría de los nervios sin poder parar de llamarme al teléfono.

— ¿Nada de nada?

Necesito cerciorarme de que esto no va a acabar mal. Que mi madre supiera algo de lo más mínimo del plan, sería el principio del final. Es mi guerra, no la de ella. Ella ya la pasó cuando tuvo que presenciar la pérdida de mi padre.

— Te lo prometí.

El señor Darby aprieta el agarre que ha mantenido en su bastón desde que se ha sentado a mi lado. Al igual que yo, mantiene la mirada puesta en el horizonte, esperando una respuesta por su parte.

Una parte del plan es hacerles creer que estoy más del lado de la magia blanca que nunca. Y aunque siempre ha sido así, que crean que haya matado a Aldora y a Melanie, solo les da más creencias sobre que pueda que vaya por libre y que no quiera pertenecer a ningún bando.

¿En qué momento pasé de llevar una vida completamente normal a esto? La posible respuesta a ello lleva rondando por mi cabeza desde hace horas.

Si hubiese hecho como si nada, como si nada hubiera pasado... Debí negarme a meterme en sus vidas.

Y ojalá lo hubiera hecho, de ser así, ahora ellas estarían trabajando o durmiendo en su casa sin ninguna preocupación por delante. Sin que su propio consejo, al que pertenecían, pensara en su muerte.

— ¿Has traído lo que te pedí?

La otra parte del plan es enfadarlos y acabar con esto lo antes posible. Somos tres contra... Posiblemente un completo séquito del consejo y él mismo propio. Si han sido listos...

— Si — El sonido que hace la cremallera de mi mochila se suma a los pocos de esta noche —. La carta de mi abuela —. La saco con cuidado, apenas está en pie por el enorme tiempo que he pasado releyendo sus palabras —. Y mi grimorio.

Desde aquí puedo oír el posible insulto de Aldora al verme con él. Fue su regalo y me duele en el alma tener que dárselo.

Y la verdad es que ellas dos tan solo son conscientes de un cuarto del plan. Si llegan a saber el plan completo... Ni siquiera me hubieran dejado salir de su casa.

"Es un suicidio". Declaró el señor Darby cuando le conté mis verdaderas intenciones, pero no se negó en ningún momento a ellas.

— Bien, ellos aparecerán en cualquier momento.

Y así acabamos con la última parte del plan; encontrarnos con el enemigo para marcar una tregua. Aunque de tregua tiene poco el obligarlos a dejarnos en paz. Ahí está el inconveniente; deben enterarse que Melanie y Aldora están vivas... Y desconocemos cómo actuaran al respecto.

"¿Qué se supone que estáis haciendo?"

Me sorprende no haber recibido un mensaje de Aldora mucho antes.

Secretos envenenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora