Parte 34 - Nostalgia

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—¿Te pasa algo, mi amor? Has estado muy callada desde que terminamos de grabar.

Any y Poncho estaban sentados en su lugar preferido de la playa, el lugar en el que habían visto cada uno de los atardeceres desde el primer día que llegaron a Cancún, en el que se dieron su primer beso, el que había sido testigo de las muestras de amor que se daban a escondidas de los demás. Probablemente ese lugar iba a ser uno de sus preferidos siempre.

—No, no. No me pasa nada. Es solo... No sé, es como nostalgia, ya sabes, por haber grabado la última escena, me parece increíble lo rápido que acabó todo — esto último lo dijo con un dejo de amargura, no solo se refería a las grabaciones, ella sentí que lo que tenía con Poncho estaba llegando a su final y eso la asustaba.

—Pero aún nos queda mañana y ya que Pedro nos dio el día libre, pues tenemos que disfrutar al máximo. Vamos a hacer que todo el día sea memorable — Poncho intentó sonar lo más animado posible, aunque el silencio de Any lo tenía nervioso, sabía que algo le pasaba, aunque ella quisiera ocultarlo, sus ojos la delataban — No te aflijas — dijo mientras le acariciaba la mejilla — Mejor pensemos en todo lo bonito que nos falta por hacer, no vale la pena estar tristes desde hoy.

Any sabía que Poncho tenía razón y ella no quería desperdiciar ni un solo segundo estando triste, quería aprovechar cada instante junto a él porque no sabía si sería el último. Este pensamiento la abrumaba, pero no iba a dejar que sus miedos se metieran en medio de ellos, y se propuso pensar en lo dichosa que era por estar ahí con el hombre que la hacía sentir mariposas en el estómago, ese que la enamoraba con una mirada, con una sonrisa, con una caricia. Dejó que sus sentimientos por él la inundaran y se acercó para verlo a los ojos, esos ojos que tanto amaba.

—Tienes razón, vamos a disfrutar todo el tiempo que nos queda aquí y nada de nostalgias ni tristezas — se acercó para darle un beso y él sonrió con ternura.

Poncho sabía que tenían que hablar, tenían que aclarar su situación antes de regresar al DF. Él sabía que después de haber vivido esos días con Any, no podría estar sin ella. Estaba enamorado y ya no le daba miedo admitirlo y, aunque no estaba seguro de que ella sintiera lo mismo, sabía que al menos le gustaba y eso era suficiente para luchar por ella. Se tomaría el tiempo de enamorarla, todo el tiempo que fuera necesario para ganarse su corazón. Tenía un plan para el día siguiente, su último día en Cancún, aún no sabía cómo lograría concretarlo, pero se sentía animado, Any lo hacía sentir cosas que nunca antes había sentido con nadie más.

Después de un rato más, regresaron al hotel a comer y se fueron directo a la habitación. Poncho sonrió al entrar, recordaba juguetón todo lo que habían hecho ahí y cómo su habitación era solo un adorno porque se la pasaba todo el tiempo en la de ella. Any entró al baño y Poncho se sentó en la cama mientras encendía el televisor para ver si encontraba algo interesante que ver. Al final encontró varias películas y pensó que podían escoger una juntos.

—Oye guapa, ¿qué se antoja ver? Hay varias películas, podemos escoger alguna.

—Mmm ¿de verdad quieres ver una película?

—No sé, pensé que que podía ser una buena idea... ¿Por qué?

—Porque yo tenía en mente otra cosa — la voz de Any sonó sexy y seductora, lo que hizo que Poncho sintiera una corriente eléctrica recorriéndole todo el cuerpo. Cuando volteó a verla, ella estaba en la puerta del baño con una sonrisa juguetona dibujada en el rostro y una bata blanca transparente que dejaba entrever su escultural cuerpo. Poncho tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no irse encima de ella.

—¿Ah sí? ¿Y qué es exactamente lo que tienes en mente? — Dios, esa mujer lo volvía loco.

Any se sentía muy feliz de haber llevado algo sexy, como sus amigas repetían todo el tiempo, siempre era bueno llevar aunque sea una prenda para poder seducir a un hombre porque una nunca sabe si se puede encontrar al amor de su vida. Sonrió al pensar en eso y al ver el fuego reflejado en los ojos de Poncho. Él la hacía sacar su lado atrevido, seductor y ella se sentía segura y confiada con él. Si esas iban a ser sus últimas dos noches en Cancún, no las iba a desperdiciar.

Amarte duele (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora