Parte 7 - Corazón sin rumbo

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Habían pasado ya meses desde que Any había tenido su crisis intentando encontrarle lógica a su absurdo sueño. Al final, no había logrado encontrar una explicación. Lo que sí había logrado, era darse cuenta de que algo había cambiado con Poncho desde aquel inoportuno sueño, ya no lo veía igual. Y por más que intentaba sacarlo de su cabeza, era imposible. ¿Qué iba a hacer? No le podía hacer algo así a Dul, ella era su amiga y era la persona que más la había apoyado. No, no, su amistad con ella estaba por encima de todo. Suspiró molesta. No se lo había contado a nadie, no se atrevía, pero Mai ya había empezado a sospechar que algo le pasaba, aunque no podía descifrar qué era. 

La única forma que Any encontró de controlar sus sentimientos, fue poniendo una barrera entre ella y Poncho. Al principio no lo quiso hacer porque no quería ser tan obvia, pero cada vez que lo tenía cerca, se volvía como tonta. No sabía cómo actuar, qué decir, ya no era tan fácil estar cerca de él y como siempre habían sido tan unidos, Poncho la abrazaba y apretaba su nariz cada que podía, siempre le había fascinado hacerle eso y ella nunca le había dado mayor importancia, hasta ahora. La última vez que él lo hizo...

—¿Qué pachó wera? — le dijo mientras la saludaba con una sonrisa. Any intentaba por todos los medios ser la misma de siempre. 

—¿Qué pachó wero? ¿Cómo estás? — dijo fingiendo una sonrisa, estaba un poco nerviosa. 

—Oye, te he notado un poco estresada últimamente, ¿te pasa algo? —preguntó mirándola fijamente. Any tuvo que desviar la mirada porque no pudo sosternésela por mucho tiempo, esos ojos, esos ojos. 

—No, cómo crees Ponchito. Todo en orden, todo bien. Solo un poco estresada a veces, con todo las grabaciones, los conciertos. Ya sabes, es mucho trabajo y pues me he sentido bastante cansada. 

Poncho la observaba como viendo si descubría alguna mentira, pero su respuesta pareció tranquilizarlo y le sonrió de una forma cálida. 

—Bueno, sabes que cualquier cosa, me puedes buscar. Soy muy bueno escuchando y además, necesito que Mía y Miguel no pierdan su magia — dijo mientras le guiñaba un ojo — No, en serio wera, sabes donde encontrarme — y mientras le decía esto, le aplastó la nariz como tanto le gustaba hacerlo y al sentir su toque, Any sintió una corriente eléctrica que le recorrió todo el cuerpo y se tensó sin darse cuenta. Poncho pareció notarlo y se alejó un poco extrañado. Any no quiso decir nada y se despidió de él alegando que tenía que verse con Pedro para hablar de algunas escenas. 

«¿Por qué Anahí, por qué eres así?» se repetía mientras se alejaba de Poncho. «Siempre ha hecho eso, ¿por qué te tenías que tensar? Poncho va a saber que algo pasa y no quiero que me interrogue». Any se sentía cada vez peor, a veces sentía que iba a explotar, no entendía qué sucedía, no sabía qué hacer. Desde ese día, se había sentido como la más tonta.

—Oye Campana, ¿qué te pasa? — le dijo Dul cuando la vio pasar. Any iba tan sumida en sus pensamientos recordando ese día, que no la había visto.

—Ay, hola Dul. ¿Cómo estás? 

—Pues creo que mejor que tu — le respondió en son de broma — no en serio, te ves como pálida y un poco nerviosa. ¿Estás bien Any? 

—Todo bien sí, nada más cansada, ya sabes, con tanto que hemos tenido que hacer. A veces siento que es demasiado — hablar en estos momentos con Dul era lo que menos quería. Sentía que era una traidora, soñando con el novio de una de sus mejores amigas, sintiéndose nerviosa al sentirlo cerca, sintiendo corrientes eléctricas cuando la tocaba, era una mala amiga y Dul ni se lo imaginaba — Bueno Dul, ando un poco apurada la verdad, nos vemos luego.

—Esperáte Campana — la detuvo antes de que se fuera — Siento que hace mucho no hablamos, tal vez sería bueno platicar, podemos decirle a Mai y salimos las tres, ¿qué te parece? Hay muchas cosas que me gustaría contarles — Dul se veía un poco triste y Any deseaba poder apoyarla, pero en este momento no podía ni con ella misma.

—Sí claro, hablemos las tres y salimos. ¡Salida de chicas! — dijo fingiendo toda la emoción posible. En eso Pedro pasó y ella corrió para alcanzarlo — Nos hablamos Dul — se despidió Any dejando a su amiga un poco desconcertada. 

Ese día más tarde, Any estaba descansando en su camerino cuando alguien tocó la puerta.

—¿Quién?

—Soy yo Any.

—Pásale Mai — y de inmediato abrió la puerta y se lanzó en el sillón que estaba desocupado. Se veía muy cansada.

—¿Con que estuvo pesado el día de grabaciones, eh? — le preguntó Any a su pobre amiga que estaba casi desmayada.

—Ni me imaginas — respondió — pero no es solo eso. Es cansancio físico y cansancio emocional — continúo Mai dejando a Any muy curiosa. 

—¿Cómo? 

—Ay Any, es que tu has estado como en otro mundo últimamente — le reclamó Mai mientras Any bajaba la mirada. Era cierto, estaba tan sumida en su mundo de enredos y sentimientos prohibidos, que se había encerrado en una burbuja sin saber mucho de lo que pasaba a su alrededor.

—Es cierto Mai, ay amiga lo siento. He estado un poco dispersa, no sé, como en mi propio mundo de problemas y dudas, pero cuentáme, ¿qué pasa? 

Mai la observó un rato y al parecer decidió perdonarla porque tomó aire para empezar a hablar. 

—Poncho y Dulce, esos dos me van a volver loca — Any no dijo nada. No podía creer que esta conversación iba a ser precisamente de ellos. Claro, la vida no pensaba darle tregua y al parecer se empeñaba en hacerle la vida de cuadritos. Suspiró, no podía ser mala amiga y no escuchar a Mai, así que se armó de valor para escucharla — No sé Any, a veces siento que tal vez... Ellos... ¿Piensas que deberían de seguir juntos? — le preguntó y tomó a Any por sorpresa. 

—¿Qué? ¿Juntos? Yo... Ellos... — no sabía que decir, no sabía ni lo que ella sentía. No iba a negar que a vece al verlos juntos sentía una espinita en el corazón que la incomodaba, pero ella seguía pensando que todo iba a pasar. Aunque a veces esa espinita dolía por mucho tiempo — Pues si se quieren, sí Mai, deberían de seguir juntos y luchar por su amor — dijo mientras bajaba la cabeza y respondía algo que le dolía en el alma.

Amarte duele (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora