Capítulo 4

3.5K 362 28
                                    

Louis Tomlinson

Año 2001

Louis caminaba nervioso por los pasillos del hospital tomado de la mano de su mamá.

Nunca le habían gustado los hospitales. Cuando una persona estaba en el hospital significaba tristeza, y a él no le gustaba estar triste. Así que siempre prefería no ir a un hospital.

Pero esta vez no podía estar en ningún otro lado. Su mamá había estado llorando, lo vió desde que salieron de la tienda en donde compraron ese hermoso balón, pero después de llevarlo a su casa Johanna decidió que era momento de ir al hospital.

Cuando Louis salió de la tienda y vio a su mamá a punto de llorar se asustó mucho, pero prefirió solo abrazarla.

Muchas veces no se necesitan palabras, solo se necesita que sepan que estas ahí, con ellos.

Louis a su corta edad lo entendía, claro que lo entendía.

Johanna tomó con fuerza la mano de Louis y comenzó a doblar pasillos. No había querido decirle a su pequeño que era lo que había pasado, porque ella no lo sabía con certeza, pero tampoco quería asustarlo.

-Soy Johanna, vengo por el señor Tomlinson.- La señorita de la recepción levantó la cabeza, y después de inspeccionarlos dejó que pasaran.

-Es por aquí, síganme-Johanna asintió y arrastró a Louis por los pasillos siguiendo a la recepcionista.

Después de pasar por varias puertas la chica se detuvo en una, y entregándoles un pase los dejo solos.

Bien, seguramente era aquí. Johanna tomó una fuerte respiración y se adentró en la habitación.

Louis entró junto a su mamá y corrió emocionado hacia la cama del hospital.

-¡Abuelo!- Louis sonreía felizmente, tenía mucho tiempo que no veía a su abuelo, y aunque no entendía porque estaba en una cama de hospital estaba feliz por verlo.

-Lou, cuanto tiempo sin verte, ya te extrañaba- El anciano envolvió sus manos alrededor de Louis y le dio un fuerte beso en la frente. Inmediatamente levantó la cabeza hacia la persona que se encontraba en la puerta y sonrió con tristeza.

Ahí se encontraba Johanna con lágrimas en los ojos y después de que Louis bajara de la cama corrió a abrazar a una de las personas que más amaba en el mundo.

-Mamá, es el abuelo- Los ojos de Louis brillaban felices, pero después de ver cómo los de Johanna estaban llenos de lágrimas decidió guardar silencio y unirse al abrazo que Johanna mantenía con el abuelo.

El abuelo era una de las personas más importantes en la vida de Louis. Su cabello ya tenía un color blanco muy marcado, y sus ojos color azules, como los de Lou, siempre se veían alegres. Ya tenía una edad bastante avanzada y muchas arrugas adornaban su rostro, sin embargo su personalidad seguía siendo de alguien joven. Siempre se encontraba en movimiento y aprovechaba cualquier oportunidad para jugar con Louis.

Era una de las cosas que más amaba de él.

Después de romper el abrazo, Johanna se limpió sus lágrimas y le dio una mirada de reproche a él abuelo.

-¿Qué te dije sobre hacer esto? Nos diste un susto de muerte- Johanna tomó la mano de Louis y se sentaron en el pequeño sillón que acompañaba la habitación.

-Oh vamos Jay, tenía mucho tiempo con ganas de ir a esas carreras, no podía perderme la oportunidad, y menos si me dejaban conducir uno. -El abuelo parpadeo con fingida inocencia y Johanna río ante su apodo de pequeña. Le empezó a decir Jay desde la primera vez que la conoció, y gracias a que todos en la familia tenían un apodo, a ella se le otorgó ese.

Sin embargo muchas veces, a pesar de amar al abuelo y quererlo como un padre lograba llegar a enojarse mucho con él.

¿En serio pensaba que ya a sus 80 años era buena idea salir a unas carreras de autos?

¿Y más aún conducir uno?

Tomó una larga respiración y vio a Lincoln, el abuelo, con reproche.

-Mami, abuelo no se siente bien, ¿Podemos quedarnos hoy con él?- Louis miro con ojos soñadores a Jay, y ella no logró decirle que no, así que solo asintió feliz porque Lincoln estaba bien y porque Louis estaba contento por verlo de nuevo.

Primera Impresión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora