1.- Un Huérfano y una Adopción

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Remus Lupin entró en San Mungo y se dirigió al área donde el pequeño era atendido. No podía permitir que el niño fuera donde los muggles, sabía que Dumbledore pretendía aquello, pero no lo permitiría. Él era todo lo que el niño tenía y, aunque fuera un licántropo, amaba al niño como si fuera suyo y no lo dejaría ir. Sirius los había traicionado a todos. James y Lily estaban muertos por su culpa, y Peter, el pobre y valiente Peter también, pero al menos había destruido a Sirius antes de morir. Harry no perdería a nadie más, no cuando Remus Lupin estaba aquí. Harry se iría con él y esa era la decisión final.

Entró a la guardería y encontró al pequeño dormido en una cuna. Se acercó, envolvió al niño y lo tomó en brazos. Se giró y se encontró de frente con una enojada sanadora.

- ¿Qué cree que está haciendo? - Preguntó ella.

- Él se va conmigo. Como último guardián del niño, ahora es mi responsabilidad - Contestó Remus sacando su varita - Me iré ahora, con Harry -

- Señor, espere, el director... -

- Oh. Dígale al director que se vaya a la mierda, el niño se va conmigo - Dijo Remus con firmeza.

Envolvió a Harry de forma segura y salió del hospital. Nadie lo detuvo al salir a las calles de Londres. No tenía idea de a dónde ir con el bebé, pero de una cosa estaba seguro: el niño no iría con esos muggles. No es que a él no le gustaran los muggles, le gustaban, pero no los tíos de Harry. Eran personas egoístas y horribles y su Harry no iría con ellos.

Se sentó en la banca de un parque y afirmó al bebé con fuerza entre sus brazos mientras lloraba silenciosamente al darse cuenta que todo lo que le quedaba en el mundo era Harry, y en realidad no tenía forma de mantenerlo. Sin embargo, trabajaría duro para proveer a su Harry, su bebé, todo lo que le quedaba de sus mejores amigos.

- ¿Te quedarás ahí llorando o vas a hacerte cargo del chico? - Dijo la voz ronca de Alastor Moody. Su horrible rostro cubierto de cicatrices, que era tapada por una larga capa.

- No lo perderé, jamás lo entregaré - Respondió Remus sin dejar de llorar - ¡Él es todo lo que tengo! -

- Ven conmigo, chico. Tengo una casa, no es mucho, pero puedes quedarte allí con Harry -

- ¿Y qué sucederá con Du- Dumbledore? -

- ¿Qué importa? Si quieres hacerte cargo del niño me aseguraré de que puedas - Dijo Moody, su normalmente duro corazón se había ablandado con el llanto del hombre lobo, y ahora los chillidos del hambriento bebé - Vamos, chico, no queremos que el pequeñín se resfríe -

Remus se puso de pie y acercó a Harry a su cuerpo, luego dejó que Moody lo tomara de un brazo para aparecerse en su casa.

Remus vio una casa de piedra de dos pisos con un garaje en la puerta trasera de la propiedad. Una cerca de madera rodeaba el patio trasero, el patio lateral, corría a lo largo de la calzada, terminando en una gran puerta. Había una cerca blanca en el patio delantero, y no era lo que Remus esperaba de la casa en la que Alastor "Ojo Loco" Moody vivía. Aunque en realidad él no conocía mucho a Moody, lo había visto unas cuantas veces en las reuniones, pero jamás había pensado que fuera tan preocupado, como se veía ahora.

- Vamos, hablaremos adentro - Dijo Moody.

- ¿Usted vive aquí? - Preguntó Remus asombrado.

- Si, entra chico - Contestó el otro moviendo su varita para que Remus pudiera entrar.

Remus se percató enseguida de que la casa estaba bien protegida, no podría aparecerse en la casa o en el jardín, y mejor aún, a menos que Moody anunciara que vivía ahí (como a él), cualquier persona con magia pensaría que era una casa muggle. Estaba protegida contra hechizos, maleficios y maldiciones. Y si alguien que tuviera magia llegaba a poner los pies en la acera de entrada, no podría llegar más lejos. Sólo aquellos con magia, invitados por Moody, podrían entrar. Era casi tan segura como Hogwarts.

Adoptando a Harry: Ojoloco y el hombre loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora