Adoptando a Harry: Ojoloco y el hombre lobo

21.- Protección de la familia

Lucius Malfoy era un hombre, un mago con un problema. Parecía extraño que un hombre tan poderoso tuviera algún problema. Era un hombre apuesto con largo cabello rubio blanquecino, su ropa estaba hecha a medida y con los mejores materiales, vivía en una gran mansión y era atendido por once elfos domésticos leales. Era muy rico y poderoso y se había casado con una mujer igualmente poderosa y hermosa de la antigua casa de Black, Narcissa Malfoy nee Black. Tenía el pelo un tono más oscuro que el de él y le había dado un hijo del que podía estar orgulloso. Sin embargo, su mundo cuidadosamente cultivado se derrumbaba a su alrededor.

El principal problema era que Voldemort había vuelto, hace solo unos años habría recibido esta noticia con los brazos abiertos y habría disfrutado sirviendo a Voldemort por lealtad. Sin embargo, algo había cambiado y no le gustaba, o tal vez sí, la vida ya no era blanca y negra para él. Un niño de la edad de su hijo había cambiado sus puntos de vista para siempre. Harry Potter había mostrado compasión por una criatura que Lucius no tendría, había arriesgado su vida para salvar a un elfo sin valor. Lucius podía leer (al menos en ese momento) la mente del chico, estaba asustado cuando Dobby había sido liberado, pensó que moriría a manos de Lucius. ¿Quién arriesgó su vida para salvar a un elfo doméstico de todas las criaturas? Eso había hecho que Lucius pensara en cosas y reexaminara su vida. No le gustó lo que vio y había tratado de cambiar, tanto como pudo sin dañar su reputación ganada con tanto esfuerzo como un mago capaz y severo.

Su oportunidad de liberarse de su vida pasada como un mortífago se derrumbó a su alrededor cuando su marca comenzó a oscurecerse. Sabía (incluso si los otros mortífagos no lo sabían) lo que significaba y sabía que Voldemort había vuelto. No había querido volver, pero tenía que hacerlo, por su familia. Di lo que quieras de él, que era malvado y cruel, pero no podrías decir que no amaba a su familia. Haría cualquier cosa por él y por eso regresó con Voldemort arriesgando su vida yendo a la mansión Riddle. Ahora tenía una tarea por delante, allanar el camino para que Voldemort pusiera sus manos en Harry Potter. Lucius levantó la vista de su cavilación junto al fuego cuando su esposa entró en la habitación. Hoy estaba vestida con un vestido de invierno de terciopelo azul oscuro y su cabello rubio estaba ingeniosamente recogido en su cabeza. Ella se sentó cerca de él y lo miró con preocupación en su rostro.

– Te ves preocupado mi amor – Ella dijo. – Es la marca, ¿no? –

– Sí, el señor oscuro ha vuelto – Lucius dijo en voz baja.

– Ahí es donde has ido entonces – Dijo Narcissa. – No te ves feliz por eso –

– Una vez lo habría estado – Lucius dijo con cuidado, ¿cuánto entendería su esposa?

– ¿Sin embargo, ahora no estás tan seguro? – Dijo Narcissa. – Él es el malvado Lucius, lo sabes, ¿no? –

– Sí, pero Cissy, no tengo otra opción, tengo que volver con él. Te matará a ti y a Draco si me niego a servirle –

– Podrías ir con Dumbledore – Dijo Narcissa.

– No confío en él, no puedo – Dijo Lucius. – Sé que Severus lo hace, sé que su lealtad está con él, aunque vino a decirme lo contrario. Sus razones son claras, como bien sabes –

– Sí, no podía ocultar su amor por esa nacida muggles en la escuela – Dijo Narcissa con un poco de frialdad.

– Esa nacida muggle detuvo al señor oscuro, no era un purasangre, ¿o tal vez tenemos a este purasangre todo mal? – Dijo Lucius. – Ya no sé en qué creer Cissy y eso me asusta –

– Me tienes a mí, tienes a Draco, si tienes que servirle todavía lo entenderé – Narcissa dijo acercándose a sentarse a su lado y poner una mano sobre la suya. – Sé que lo harás por nosotros –