Adoptando a Harry: Ojoloco y el hombre lobo

11.- El dementor y las nuevas actitudes

El primero de septiembre llegó fresco y lluvioso, pero a pesar de estar empapado hasta los huesos y tener frío, Harry estaba feliz de regresar a la escuela. Amaba Hogwarts, los antiguos corredores y almenas, las crujientes armaduras, los retratos y fantasmas y, por supuesto, a sus profesores. Ayudó a Fred y George a cargar los baúles en el baúl mágicamente agrandado y se subió al asiento trasero con sus amigos y Arthur al ver que todos se acomodaban y se dirigían a Londres. Una vez en la estación de Kings Cross, todos pasaron de dos en dos hasta el andén 9 ¾. Harry encontró un compartimento que podía compartir con Ron, Hermione y Neville. El Sr. Weasley sacó a Scabbers de un bolsillo de su túnica y se lo entregó a Ron, quien no le hizo gracia que su rata se hubiera estado escondiendo de él. Pero en lugar de regañar a su rata, le dio el tónico para ratas que había comprado en el Callejón Diagon y lo siguió con trozos de tocino.

– ¿Te parece un poco mejor? – Preguntó Ron sosteniendo a la rata para que Harry pudiera mirarlo.

– Um un poco – Harry dijo y era cierto, Scabbers había vuelto a engordar lo que había perdido, pero su pelaje seguía siendo delgado y desigual en el mejor de los casos. – Al menos ahora está comiendo –

– Voy a dejar salir a Crookshanks, a ver cómo le va con Scabbers – Dijo Hermione.

– ¡No! – Ron dijo: – ¡Scabbers no necesita ese tipo de estrés! –

– Crookshanks se lleva bien con todos los animales – Dijo Hermione. – Trevor lo ama –

– Sí, pero Scabbers es una rata, los gatos comen ratas – Dijo Ron.

– Él tiene un punto – Harry dijo y ante una mirada de Hermione – Bueno, él es un gato, si yo fuera un gato, estoy seguro de que Scabbers sería una comida tentadora –

– Está bien, lo mantendré en su canasta – Hermione resopló. – Aunque estoy seguro de que no le gustará –

– No te preocupes, le traje algo de comida – Dijo Harry. – No, no comida para gatos, lo mismo que le di a Gabby, hasta que fue atropellada por un coche –

– Ella era una gata brillante – Dijo Ron y Crookshanks siseó. – ¡O eso no fue agradable! –

– Es un gato – Neville dijo – Los gatos son así –

Harry sonrió y para evitar que Ron y Hermione se metieran en una pelea importante, sacó un nuevo paquete de tarjetas de Snap explosivo. El resto del viaje se pasó jugando a explotar, comiendo comida del carrito del almuerzo y cuando Fred y George los visitaron planeando bromas que Hermione no aprobaba. Finalmente, cuando oscureció y Harry supo que se estaban acercando a la escuela, los niños se cambiaron a sus túnicas escolares en el compartimiento mientras Hermione fue a cambiarse con las niñas. Ella regresó cuando Ron se estaba poniendo su nueva capa y Harry estaba ayudando a Neville a llevar a Trevor a su nueva jaula. Neville miró hacia arriba cuando el tren se detuvo a trompicones y miró a Harry, ¿no habían llegado todavía?

– Varitas fuera – Harry dijo sacando el suyo y repartiendo trozos de chocolate. – Tengo un mal presentimiento sobre esto –

– Nunca debí haber visto Star Wars contigo este verano, amigo – Neville le dijo a Harry.

– Bueno, yo también tengo un mal presentimiento – Dijo Hermione. – ¿No crees que los dementores se atreverían a subir al tren? –

– Sí – Dijo Ron mientras se apagaban las luces – Sí lo harían, alguien está ahí fuera –

Era demasiado cierto, alguien estaba fuera del compartimiento, solo los adolescentes sabían que no era un estudiante y no era humano. Los niños se acurrucaron mientras la puerta se abría lentamente y Harry se metía el chocolate en la boca al igual que los otros adolescentes. Alguien encendió su varita y, a la luz de la varita, Harry pudo ver por primera vez a un Dementor, o mejor dicho, su túnica deteriorada y andrajosa. Estaba encapuchado, olfateó la habitación y respiró hondo. Harry pudo sentir que una frialdad lo invadía y escuchó una voz que gritaba, y con gran esfuerzo apuntó con su varita al Dementor y lanzó su Patronus. El ciervo saltó hacia el Dementor y se deslizó lejos de él. Las luces volvieron a encenderse y se hundió en un banco y tomó otro trozo de chocolate sintiéndose un poco agotado pero eufórico.