7.- Conociendo a "Ricitos de Oro"

2.6K 286 32
                                    

Harry estaba disfrutando mucho su verano. Tenía permitido volar con los Weasley casi todos los días, y se encontró con que Ginny disfrutaba jugando Quidditch tanto como él y los otros chicos. Al principio los chicos no querían que Ginny jugara, pero cuando Cedric Diggory, el buscador del equipo de Hufflepuff llegó para jugar con ellos, se alió a Ginny. Los demás, de mala gana, aceptaron que ella jugara y no lo hizo mal.

Además de distraerse, Harry trabajó en sus deberes, los de la escuela y los de defensa que Moody le había encargado por la falta de verdaderas clases de Defensa en el colegio. A Harry no le importaba porque eso le ayudaba a defenderse mejor.

Demasiado pronto llegó el momento de ir a comprar los libros para el nuevo año escolar. Se dirigió al Callejón Diagon con los Weasley y se sintió mal cuando entró con ellos a su bóveda en Gringotts. Vio cómo la señora Weasley recogió todo lo que había en su bóveda y se apresuró a salir; Harry deseó que los Weasley tuvieran más dinero porque lo merecían. Él compró más ingredientes para pociones y luego se dirigió a Flourish y Botts para comprar sus libros. Se fijó en un grupo de brujas de mediana edad que estaban en fila, y enseguida vio el porqué: era la firma de libros de un tal Gilderoy Lockhart, y Harry esperaba entrar y salir lo más rápido posible, ya que encontraba aquello bastante tonto. Desafortunadamente fue empujado y tironeando, y se encontró al frente de la fila cuando Lockhart lo vio.

– ¡Ah! ¡Vine a firmar copias de mi libro Mi yo Mágico, y no esperaba ver al famoso Harry Potter! – exclamó Lockhart agarrando a Harry de la mano y tirando del niño hacia sí

– ¡Ahora puedo decir que conocí al famoso Harry Potter! –

Harry quería que se lo tragara la tierra, odiaba la fama. Después de todo, ¿quién quería ser famoso por sobrevivir a la maldición asesina? Sus padres habían muerto y él no quería esa fama, por el hecho de que vivía y ellos no.

Harry se encontró con ejemplares de todos los libros de Lockhart, libros que puso en el caldero de Ginny, él podía comprarse los suyos. Desafortunadamente, Draco Malfoy había visto eso y se apresuró a molestarlo.

– Apuesto a que eso te gustó, Potter – gruñó el rubio – El famoso Harry Potter... –

– ¡Déjalo tranquilo! – intervino Hermione en defensa de su amigo.

– ¿Qué vas a hacer al respecto? – la retó Draco.

– Draco, pórtate bien – Un hombre alto con cabello rubio claro, ojos grises y rostro limpio y correctamente afeitado habló mientras entraba a la tienda. Estaba vestido, al igual que Draco, con costosas túnicas, y tenía un bastón con la cabeza de una serpiente en la parte superior. Extendió su mano hacía Harry, y éste la tomó de mala gana para ser cortés

– Lucius Malfoy. Y esta... es la famosa cicatriz – continuó Malfoy y usó su bastón para despejar el pelo de Harry y mirar más de cerca

– Tu cicatriz es legendaria, al igual que el mago que te la dio –

– Voldemort no es más que un asesino, él mató a mis padres – respondió Harry.

Al oírlo Malfoy soltó su mano y dio un paso atrás, asombrado.

– Tan valiente para mencionar su nombre, ¿o tan tonto? –

– El miedo a un nombre sólo aumenta el miedo al hombre – replicó Hermione saliendo en defensa de Harry otra vez.

– Estoy de acuerdo contigo, chica – dijo Moody apareciendo de repente – ¿Estás bien, Harry? –

– Si, tío Al, estoy bien. El señor Malfoy sólo hablaba conmigo – contestó Harry viendo cómo todo el color dejaba la ya pálida cara de Malfoy.

Adoptando a Harry: Ojoloco y el hombre loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora