𝐏𝐮𝐳𝐳𝐥𝐞 𝐩𝐢𝐞𝐜𝐞 | "La pieza restante de mi rompecabezas incompleto".
Los puzles tienen piezas fundamentales que son necesarias para que sean completados.
Las personas son similares, los pilares en su vida se interpretan como piezas que, si s...
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—Sunghoon, iré a la cocina. —Hayoung, tan pronto como dijo aquello, salió de allí. Necesitaba despejarse, y cuando logró que su hermano la soltara de entre sus brazos se vio con fuerzas para ello.
Atravesó el marco de la puerta una vez la abrió, hasta llegar a la gran cocina que compartían los siete chicos. Abrió el frigorífico y agarró una botella de agua, se echó en un vaso y se sentó a beber, mirando a la pared de delante sin saber bien qué hacer. No quería ponerse a pensar, no era momento y su mente necesitaba un descanso. Solo se preguntaba si aquello pararía en algún momento.
—¿Hola? —escuchó una voz dulce acercarse. Alguien salió de su habitación hacia la cocina.
—Oh, hola... Jungwon. —logró identificar quién era por aquel característico tono, y sonrió un poco al ver al chico iluminando aquello con la linterna de su móvil. Este se sentó junto a ella.
—¿Qué haces despierta a estas horas? —preguntó adormilado, frotándose los ojos dando cierta ternura.
—Me he despertado con ganas de beber agua —respondió con una mentira, encogiéndose de hombros. Era lógico que no iba a contarlo así como así, pero tampoco rechazaría aquella agradable compañía.
—Yo igual. —Jungwon sonrió, mostrándose inocente y real que no terminó de creerse—. ¿Has hablado con Sunghoon sobre lo de vivir aquí?
—No... Pero no tengo sueño, así que hablaremos ahora. —la pelinegra se levantó y dejó su vaso, ya vacío, en el fregadero—. Hasta mañana otra vez, Jungwon. —le sonrió sinceramente. Era un chico muy agradable a su parecer.
Este asintió con una sonrisa y Hayoung entró de nuevo a su habitación. Una vez que esta ya no estaba en el mismo lugar que él, cambió su sonrisa a una expresión seria y de preocupación. "Oculta algo".
Hayoung se sentó junto a su hermano, quien ahora tampoco podía dormir. Aquello la hacía sentir culpable, pero no podía quejarse. Agradecía eternamente su ayuda.
—Sunghoon —lo llamó—, creo que... quiero quedarme con vosotros.
—¿En serio? —una sonrisa apareció en su rostro. Aquello era lo que el pelinegro llevaba deseando desde que ella se fue; mantenerla a su lado, protegerla. Ayudarla.
—Sí... Es que... Es difícil vivir sola, sin ti, y anoche Jungwon me dijo que me podía quedar. —sonrió un poco, aunque algo apenada.
—Así que de eso te hablaba... —Sunghoon parecía aliviado, a lo que ella rió porque siempre había sido un poco sobreprotector, y con razón—. Bien, claro que te puedes quedar. Es más, es mucho mejor. Es lo que quiero. —estiró sus brazos para alcanzarla y atraerla hacia él, en un intento de abrazo al que ella quiso resistirse, pero no pudo.
Por supuesto que era mejor. Hayoung tenía ese tipo de pesadillas de manera frecuente, no siempre, pero tal vez cuatro veces a la semana. Era muy cansado despertar sola, sin nadie con quien hablarlo, llorar hasta altas horas de la madrugada sin consuelo, e incluso no poder dormir por culpa de esos recuerdos que a veces no estaban tan nublados, sino que los vivía claros y parecía volver al pasado.
