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—Tu buen inglés siempre me deja sorprendido, aunque a veces no lo entienda por tu acento. —Jay y Hayoung hablaban camino al apartamento de esta de nuevo, tras la cena.

—Gracias. —rió.

...

Una vez llegaron, la pelinegra caminó hasta su cuarto y se encerró en este, para así comenzar a ponerse el pijama. Ambos chicos se dirigieron al suyo de invitados con el mismo propósito.

Hayoung, tan pronto como tenía ya colocadas las prendas suaves y rosadas, sacó su teléfono estando ya acostada y le escribió un mensaje a Olivia, como prometió. Pero Olivia le sugirió llamarla, así que aceptó.

His name is Lee Heeseung —susurró, procurando no ser escuchada por el resto en la casa, tan pronto como descolgó el teléfono.

I thought you liked Jungwon, and that you were dating him.—la chica sonaba entretenida, y era comprensible para Hayoung. Pocas veces le había ofrecido a sus amigos tantos cotilleos sobre noviazgos o chicos que le gustaban como ellos a ella. No era algo en lo que estuviera centrada, principalmente porque otros problemas ocupaban su mente, y porque nadie le hacía sentirse bien ni segura. Con nadie se sentía querida.

No... It's strange. I don't know exactly what I feel, but Heeseung...

I understand. But do whatever you want. Life is too short to waste it! —intentando motivar a su amiga, sabiendo que solía tener bajones y ser indecisa aún cuando desconocía el por qué, Olivia soltó un pequeño chillido cuando dijo aquello, que hizo reír a Hayoung.

I know. Thank you, Olivia. I'll miss you a lot —le dijo para finalizar, con un aire nostálgico cuando recordaba sus dos años de amistad con la chica, pero era necesario. Para Hayoung era necesario salir de allí.

Don't worry, I'll be always here.

...

Aquella misma noche, cuando quiso tener la esperanza de que no iba a ocurrir, otra pesadilla atormentó a Hayoung, rompiendo los deseos de ella y su hermano de que aquello no pasara cuando estuviera en Australia de nuevo.

Maldita seas, niña. Eres insoportable, no te callas ni cuando tienes motivos suficientes para hacerlo —gruñó ese ser, con su típica voz ronca y desagradable mientras mostraba esos deshechos y descuidados dientes y sujetaba un nuevo cigarro.

Aquella niña pequeña ya no quería hablar, no pudo rechistar. Sabía que su simple existencia era suficiente para hacer enloquecer a ese hombre, y provocar que recibiera golpes brutales
Hablar era innecesario, era peor.

𝐏𝐔𝐙𝐙𝐋𝐄 | Yang Jungwon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora