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—¿Acaso no sabes ni atarte las cordoneras? —gruñó esa conocida figura, golpeando a la inocente pelinegra de trece años

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¿Acaso no sabes ni atarte las cordoneras? —gruñó esa conocida figura, golpeando a la inocente pelinegra de trece años. Su cuerpo sangraba tras unos cuantos golpes que el hombre seguía regalando sin necesidad alguna, a la par que repetía una y otra vez palabras que ella no lograba escuchar. Una vez más, sus sentidos se estaban apagando, se encontraba cegada y no podía escuchar nada.

M-mamá... nunca me has enseñado... —sus palabras salían en forma de suspiros de auxilio.

¿Tengo que hacerlo yo todo? —seguido de aquello, la mujer llamó a ese ser, pero la ignoró.

Un golpe tras otro.

¡Ah! ¡Quema! —cerró sus ojos grisáceos y los apretó, tratando de soportar el dolor sofocante que sufría. Se quejaba en vano, frotando su clavícula.

Deberías de aprender la lección. Y tú... —se dirigió a Sunghoon—. A mí nadie me mira así. No te olvides de que el hombre de la casa sigo siendo yo, hasta que me muera.

—Pues ojalá te mueras pronto —murmuró Sunghoon.

Hayoung, gracias a eso y las miradas asesinas y tristes que Sunghoon le lanzó al hombre mientras apagaba cigarrillos en las clavículas de su hermana, pudo presenciar desde el cuerpo de ella misma años atrás, una de las palizas más grandes que su hermano había recibido y recibiría jamás.

...

L-lo siento... —tartamudeó en voz baja mientras iban en el coche. Ambos se habían curado como podían el uno al otro, ahora se dirigían, no sabían a dónde, y los dos pequeños iban atrás, hablando en susurros casi indudables para no despertar el instinto asesino de ese ser.

No es culpa tuya —susurró cabizbajo el mayor de ambos—. Ojalá arda en el infierno...

¿Qué has dicho? —él giró lentamente su cabeza desde el asiento del conductor... Una mala idea, desde luego.

¡Cariño!

...

Pudo ver desde la oscuridad del vacío de sus ojos aún cerrados por el impacto, unas luces cegarla. Era una ambulancia.

Las palabras de su hermano anteriormente resonaron en su cabeza. "Ojalá te mueras pronto", "ojalá arda en el infierno". Sus deseos se habían hecho órdenes para cualquiera que fuera la entidad que lo escuchó y le concedió a ambos tal milagro.

𝐏𝐔𝐙𝐙𝐋𝐄 | Yang Jungwon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora