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Pasaron un feliz veinticinco de diciembre todos juntos: regalos por parte de todos, comida navideña...
La felicidad rebosaba en esa casa esos días, era desde luego algo maravilloso para cada uno de ellos. Todos expresaban tan solo luz con sus miradas, Hayoung sentía que estaba en un lugar mágico, y más si era al lado de Jungwon. Estaba realmente feliz de poder pasar por fin una navidad feliz, con su hermano, sin penas y con buenos regalos significativos y que venían de personas que le importaban.
De dejar de vivir en lo que parecía una mala simulación.

—Jungwon, estoy muy cansada... —Hayoung observó el rostro de su novio, cercano al de ella sobre la almohada. Sus ojos brillaban como nunca, cada día parecían hacerlo más, si cabía.

El día de Navidad había terminado, se les hizo corto al haberlo pasado tan bien, estaban ambos acostados en su cama, a punto de dormir.

—Entonces descansa —susurraba, su tono bajo envió una corriente eléctrica al cuerpo de la joven, que notó sus mejillas ruborizarse.

Aquella mirada reluciente; sus ojos repletos de destellos; la forma felina de estos; los hoyuelos formados por la pequeña sonrisa traviesa del pelinegro; el cuello estirado de este; el pelo revuelto sobre la almohada, los finos labios rosados que dejaban ver esos pequeños dientes al estar abiertos. Cada detalle del precioso rostro de Jungwon se hacía más y más mágico para Hayoung.

—Eso haré.

Se acercó aún más al chico en la pequeña cama que poseían, hasta estar completamente juntos y poder apoyar su rostro en el pecho de este.

—Gracias por darme una buena navidad, un buen año —repitió, sus últimas palabras antes de quedar dormida por las reconfortantes caricias de Jungwon en su cabello.

...

—¡Papá! —una pequeña niña de unos cuatro años estaba en los brazos de Jungwon, desde el punto de vista de Hayoung— ¿Soy una princesa?

—Claro que lo eres. —rio, como si la pregunta fuera incluso ridícula—. ¿Y sabes por qué?

Esta negó con la cabeza varias veces.

—Porque eres hija de una auténtica reina —afirmó seguro, señalando a Hayoung, quien sonrió tímida—. Tu madre.
—Y de un rey —añadió.

—¡Mis padres son los mejores! —la voz de aquella bebé resonó en su cabeza, era adorable y ella realmente minúscula.

...

—¡Hayoung! —Jungwon movía con delicadeza el cuerpo de la joven de ojos grisáceos— Tenemos que levantarnos, se nos hace tarde.
—¿Hm? —carició sus ojos mientras que los abría, recordó todo lo soñado en un momento mientras rascaba sus párpados, notando sus mejillas arder ante tal precipitada imagen—. ¿Qué hora es?

𝐏𝐔𝐙𝐙𝐋𝐄 | Yang Jungwon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora