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—No te preocupes, Jungwon, no he tenido ninguna pesadilla hoy. —Hayoung tranquilizaba al mayor, a quien había encontrado en la cocina—. Al contrario, he tenido un buen sueño, y como no es algo común, me he despertado —se excusó. En realidad, en su mente no dejaba de pensar en lo que había soñado y en a qué se refería su mente con la pieza de su puzle. Nada encajaba, no lo comprendía.
—¿Estás segura? Entiendo que no me la quieras contar, pero si la has tenido, dímelo al menos para que te pueda consolar. —Jungwon sostenía a Hayoung de la cintura y miraba hacia abajo para encontrarse con su rostro.

—No, Jungwon, no la he tenido. Pero si lo que quieres es darme mimos, puedes hacerlo. —él rio tímido, encogiéndose de hombros.
—¿Quieres dormir conmigo?
—Hmm, déjame que piense... —puso su dedo en sus labios y miró hacia abajo—. Qué decisión más complicada...
—¡Oye! —Jungwon forzó el abrazo, acercándola más a él, riendo.
—¡Ay! —se sonrojó al instante, encontrándose demasiado cerca de él, anonadada por la actitud atrevida de él—. Está bien, está bien, dormiré contigo. —sonrió y volvió a dirigir su vista hacia los ojos del mayor—. Me encantan tus ojos, ¿te lo he dicho alguna vez?
—Creo que sí, pero no mucho, ¿puedes repetirlo? —Jungwon se acercó algo más, acortando la distancia que, ya de por sí, era bastante poca. Sus rostros estaban prácticamente pegados, con una separación de milímetros entre sus narices, que rozaban con cada respiración de uno de ellos. Se puso nerviosa, teniendo la sensación de que iba a besarla.
—Oh, no, no lo repetiré. —agarró de la mano a Jungwon, apartándose—. Vayamos ya a dormir, mañana nos espera un largo día. Heeseung querrá hacer alguna fiesta o algo así.

Jungwon sonrió y entró junto a ella. Ambos se acostaron en la cama, pero era imposible dormir al estar juntos y pegados. Continuaron charlando.
—¿Por qué crees que Heeseung querrá hacer algo?

—Es predecible, hemos estado bastantes días fuera, y ahora estamos de vacaciones, haremos demasiadas cosas juntos —avisó con una sonrisa—. Y... tengo el presentimiento de que mañana nos propondrá hacer una fiesta, sí.
—Veremos si aciertas. —hizo una pausa, mirándola—. Es una pena, te tendré para mí solo por las noches, y desgraciadamente, para ello tienes que tener pesadillas. —hizo un puchero fingido que le sacó una sonrisa. Agarrando valentía, se giró hacia él, quedando cara a cara. Sus manos bajo la almohada, su rostro apoyado en esta fijándose en el de él.
Le gustaba esa posición donde veía su perfecta cara, pero sus preciosos ojos le ponían tan nerviosa que tuvo que dejar de mirarlos. Se aproximó para colocarse encima de él y abrazar su cuerpo, de forma que su rostro quedó enterrado en su cuello.

—No digas tonterías, haremos planes con antelación, para que no puedan quejarse. —suspiró en su cuello, sacando un suspiro de su parte. Aproximó su rostro, poniendo nervioso a Jungwon—. ¿A que molesta?
—¿Molestarme? —rio—. Para nada, me quedaría toda la vida así, me refiero en cuanto a tu cara, porque la verdad es que me estás aplastando, estás sentada en mi estómago. —agarró aire, indicando que se quedaba sin este.

—¡Lo siento! —Hayoung se alejó de inmediato y se volvió a acostar a su lado.

De la nada, Jungwon se arrodilló y dobló su cuerpo hasta alcanzar su rostro, dejando un tierno beso en sus labios, tan rápido que no pudo reaccionar.

—Hazlo otra vez —ordenó, siendo obedecida y bendecida con esos hermosos labios— Así me gusta.

Él rio, quedándose junto a ella nuevamente.
—¿Por qué evitas que te bese y luego me pides que lo haga?
—Porque ya te dije que no quiero qur parezca que juego contigo, pero me provocas. —frunció el ceño, escondiendo su rostro al girarlo hacia el otro lado de la cama.

Excusas. Eran excusas. No era solo por que le provocara, era porque le gustaba, siempre quería besarlo y ya no podía ocultárselo a sí misma.

...

A la mañana siguiente, una luz cegadora invadió los ojos de Hayoung, incluso estando estos cerrados. Aquel destello duró tan solo unos segundos, después escucharon risas y un golpe, que sonaba parecido a una puerta siendo cerrada.

Cuando abrió los ojos del todo, visualizó el cuerpo de Jungwon, con sus brazos alrededor. Se percató de que estaban durmiendo abrazados.

—Genial, nos han hecho una foto... —trató de sentarse en la cama, pero Jungwon tiró de su brazo y la volvió a acostar en la misma posición.
—Luego les pediré que me la envíen.

—¿Te estás quedando conmigo? ¡Todos los chicos tienen una foto nuestra durmiendo!
—Así les queda claro de quién eres.
—Vaya... —Hayoung no pudo evitar esbozar una sonrisa—. Así... no suena tan mal.
—¿Hoy no te quejas de que te provoco? —notó, en su cuello, sus labios elevándose para sonreír silenciosamente.
—Es en vano.

Pudo ir acostumbrándose a tratar como algo más a Jungwon, ya que él hacía lo mismo e insistía en que estaba de acuerdo, por mucho que ella le dijera que no estaba segura de lo que sentía. Aquello le encantaba y le hacía darse cuenta de sus sentimientos de manera más rápida, aunque siguiera en un completo mar de dudas.

—Debemos levantarnos, hay que desayunar.
—¡No quiero! —Jungwon le agarró en peso con ambos brazos y le hizo darse la vuelta, de modo que cambiaron de lados. La abrazó con todas sus fuerzas—. Vaya, eres pequeñita.

—¡Jungwon! —a pesar de su queja, Hayoung no opuso resistencia—. Está bien, en diez minutos nos levantamos.
—Me parece poco, pero está bien. Al menos déjame que me quede así. —apretó sus brazos contra la cintura y abdomen de la menor, esta escondió su rostro en el cuello de él.
—Claro.

...

—Venga, hay que desayunar. —ahora era Jungwon quien trataba de sacar de la cama a la pelinegra.
—¡Te he dicho que eran diez minutos y ha sido media hora! Ahora soy yo la que no piensa moverse de aquí, tu cama es demasiado cómoda. ¡Quiero quedarme aquí!
—Entonces comparte habitación conmigo. —sugirió Jungwon, logrando sacarla de la cama con los ojos abiertos como platos y una sonrisa llena de emoción.

—¿Es en serio?
—Pues claro. —el mayor sonrió, mostrándole los hoyuelos—. Son todo ventajas, para mí y para ti.
—Bueno... —se acercó, enredando sus brazos en el cuello del pelinegro—. Está bien, lo haré.

Jungwon se alegró, dejándolo ver en un rostro lleno de felicidad. Besó a Hayoung y se separó.

—Vayamos con los demás.

...

—¡Por fin! Os hemos estado esperando casi una hora. ¡Tenemos hambre! —se quejó Riki.
—Nadie te ha obligado a esperarnos. —la pelinegra se sentó junto a Sunghoon—. No pongas esa cara, no quiero que mates a Jungwon, por favor.

—¿Qué has hecho con mi hermana ahí dentro? —miró directamente a Jungwon, ignorando a la chica que ahora ocultaba las ganas de reírse.
—¿Acaso un abrazo es algo malo? Estaba despierto, te he visto hacernos la foto. —Jungwon le sacó la lengua de mala gana.

Sunghoon suspiró, no pudo contener la risa, era cierto, y la foto era tremendamente graciosa, a la vez que tierna.

—Ahora tengo una foto de la hermana de Sunghoon con un pijama rosa de gatitos, abrazada a mi mejor amigo, con un pijama de patitos, ¡qué vueltas que da la vida!
—Jay, te voy a matar.

...

𝐏𝐔𝐙𝐙𝐋𝐄 | Yang Jungwon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora