Capítulo 41 - Reventar un corazón

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Enya

Mi exclamación de rabia salió de lo más profundo de mi garganta. Los tres protagonistas del trío inesperado se encontraban en la terraza, pero existían diferencias bastantes notables. Marco y Alba, todavía conmocionados por el ruido estrepitoso de la botella estrellada contra el cemento, estaban totalmente desnudos; por el contrario, Daniel seguía vestido, inamovible e intentando digerir lo que acababa de descubrir.

Mi amiga avergonzada se apartó con rapidez del pandillero y buscó desesperadamente la ropa desperdigada por la terraza para intentar cubrir su cuerpo vulnerable.

Nunca hubiera podido predecir la reacción de Dani. Mi «hermano» se caracterizaba por ser un hombre sosegado, poco proclive a la violencia. Sin embargo, una situación límite podía descontrolar al demonio interno que te corroía cuando los celos hacían estallar tu mundo por los aires.

Por consiguiente, eso fue exactamente lo que ocurrió. Un tornado fue envolviendo el cuerpo de mi amigo, hasta convertirlo en un demoledor huracán. La visión de Alba desnuda cabalgando como una poseída encima de su hermano fue la mecha que hizo estallar a Daniel.

Lo observé con temor y su rostro desencajado me impactó.
Tantas emociones se pintaban en sus facciones aceradas que hubieran podido inspirar uno de los cuadros tétricos de la época más oscura del mismísimo Picasso.
Ni el inesperado charco del carísimo champán, ni los cristales evitaron que Dani se tiraba encima de Marco como una bestia herida a la que le arrancan uno de sus cachorros.

Recogí como pude la ropa dispersa de Alba y se la arrojé con furia. A pesar de las ganas que tenía de estrangularla por el daño intenso que le había provocado a Dani. Ella era mi amiga, mi confidente, y no la iba a dejar desvalida en esas circunstancias. Su desnudez en ese momento era aberrante, además de un recordatorio patético de su vergüenza.

Entretenida mirando los ojos consternados de la rubia, me perdí el primer puñetazo que Dani le propinó a su hermano.
El cual debió de ser muy fuerte, porque la nariz de Marco comenzó a sangrar de forma alarmante.

Corrí alterada hasta su posición, sin embargo, llegue demasiado tarde.
Marco se había levantado con dificultad, y totalmente desnudo se mantenía a duras penas en pie.
Dani no lo pensó mucho. Le propinó un derechazo con tanta fuerza que la cabeza del pandillero se giró hacia la izquierda. Comenzó un duelo a muerte en el cual Marco, sorprendido por la ferocidad de su hermano, no devolvió los golpes, se conformó con tratar de defenderse, cubriendo lastimosamente su rostro con las manos. Mientras, un Dani totalmente fuera de sí, le pegaba sin control. Un tercer puñetazo alcanzó el ojo izquierdo de Marco y su párpado se cerró, dejándolo con una visión mínima.

Comencé a sentir miedo. El cabrón del rebelde se lo había buscado. No obstante, conocía tanto a Dani que sabía que si le causaba daños graves a su hermano, los remordimientos no lo dejarían vivir.

Tenía que frenar la pelea como fuera. Miré a mi amiga que se encogía asustada en un rincón.
Intenté apartar a Dani de su hermano y lo único que conseguí fue acabar tirada en el suelo por uno de sus empujones.
Me levanté impulsada por una extraña fuerza dispuesta a parar esa orgía de golpes y solo se me ocurrió gritar como una poseída.

—¡¡Estoy embarazada!!

Mi grito enloquecido fue lo único que evitó que Dani castigara más a Marco y me mirará perplejo. Mi «niño» se acercó a mí y me abrazó. Sentí su corazón estallando dentro de su pecho. Abarqué su espalda con toda la fuerza que me permitieron los brazos y dejé que se tranquilizaran sus latidos.

—Está bien —le susurré—, no estoy embarazada, pero tenía que pararte de alguna manera. Después te ibas a arrepentir.

Me soltó y con los ojos
anegados en lágrimas, miró hacia su hermano, qué magullado se apoyaba contra el muro de la terraza. Se acercó a él con determinación, traté de detenerlo, agarrándolo por el brazo. Intentaba calmarlo, pero sus intenciones ya no eran violentas.

Rendido A Ti- Volumen IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora