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- Hasta que por fin despiertas - se cubrió los ojos aturdido, sin poder diferenciar aquella voz o de dónde provenía

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- Hasta que por fin despiertas - se cubrió los ojos aturdido, sin poder diferenciar aquella voz o de dónde provenía. ¿Cuando se había dormido? - oye, Bethy - se frotó los párpados, tratando de acostumbrarse a la luz.

Lo primero que hizo fue intentar enfocar su vista, grave error, pues tan pronto como pudo observar su entorno con claridad, se encontró con el despiadado dueño de su corazón, justo en frente de él, a escasos centímetros de él.

Sus ojos se abrieron de par en par, mientras que una gran sonrisa se formaba entre los labios ajenos a él, ¡Y es que el desgraciado lo había besado de repente!, ¡Tal descaro!

Como si fuera cosa de todos los días, haciéndole recordar vagamente sus primeros encuentros, lo empujó.

Este se apartó como si nada, el empujón no le había afectado en lo absoluto. En comparación, Jack sentía que le había afectado, pues al sentarse para encararlo, su mente dio una gran sacudida.

El chico de la biblioteca rió para su deleite, a lo que él enrojecía y se cubría la boca recordando el beso.

- eres tan adorable - murmuró, haciéndole enrojecer aún más si se podía, le había escuchado claramente - deberías recostarse un poco más, no quisiera que volvieras a desmayarte, Bethy - gruñó con molestía, ese pequeño —gran— infeliz.

- te he dicho que no me llames así - advirtió, sin caer en cuenta de cómo  había bajado sus manos, olvidando por un instante el arrebato de aquel beso ofrecido. Grande fue su desdicha, Hastur no sabía parar.

- ¿Como, Bethy? - canturreo, claramente provocándole. Jack se sentía lo suficientemente descansado, más nunca le faltarían las ganas de propinarle un buen golpe.

Cosa que reflejaba en su ceño fruncido con claridad, el espesor de la amargura se estrechaba en su garganta, a la par de que sus puños se cerraban apretando las sábanas.

Hastur reía y el sentía impotencia, recordando todo por lo que posiblemente había terminado en lo que determinó era la enfermería.

- tú... realmente, no sabes cuánto te o...dio... - sus palabras se vieron siendo dispersadas, planeaba encararlo con determinación. Claro que, Hastur no pensaba lo mismo.

Una vez más se encontraba de frente a él, rozando sus labios con los suyos, pudiendo hacerle percibir su constante respiración y trayendole el inolvidable recuerdo de ese embriagador aroma que siempre lo rodeaba.

Sus palabras cortadas, sus latidos acelerados y manos intrusas atreviéndose a tocarle, una dirigiéndose a sus caderas y la otra a su mentón. Jack sintió que podría morir allí mismo ante tal provocación.

¿Porque se sentía como si le faltará el aire de repente?

- ¿Estás seguro de que me odias? - “no”, pensó al instante, sin poder despegar la vista de los ojos ajenos o sin poder apartar la enorme sensación de querer besarlo con locura, allí mismo y sin importarle el mundo - Jack - para ese entonces, cuando por fin decía bien su nombre, había sido inevitable.

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