si tan sólo él no existiera, tendría una vida más fácil para sobre llevar.
tal vez su corazón no tendría latidos tan fieros, ni sus noches tan firmes recuerdos sobre él.
tal vez, si no fuera como es, si su sonrisa no le hiciera las mejillas arder y...
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— entonces...me estás diciendo que, ¿Vas a ir a colarte a una casa ajena en la madrugada? — poco caso que le estaba haciendo al tontito incrédulo de Eli. Tenía prioridades, prioridades con nombre y apellidos — Hastur, hermano de mi vida, de mi alma, de mi corazón. ¿Has perdido la cabeza? — resopló con molestía.
Esperaba que Eli lo ayudará a calmarse, pero al contrario, mejor le estaba dando razones para descarrilar su enfado más.
— ¿Podrías no juzgarme y apoyarme un poco aquí?, Estoy desesperado — suplico, asegurándose de preparar una mochila para su acto "vandálico".
— ni cómo ayudarte. Mira que meterte a la casa de Jack Hendrich, ¿Te hemos dejado falta de amor, como para que tengas este déficit de amor propio?, Porque mira que voy por nuestra hermana ahora mismo — no pudo evitar reírse deteniendo sus acciones. Su hermano podía ser muy ocurrente y chistoso cuando trataba de no mostrarse preocupado.
Se le había ido hasta el enojo de golpe.
— me falta su amor nada más. Ah, y el de papá, pero eso es mucho pedir — digo sugerente, mirando al chico que cubría sus ojos por fin mientras sonreía con diversión — en fin, ¿Me ayudarás o no me ayudarás? — preguntó con una gran sonrisa, reflejando un poco de su preocupación y algo de pena con el arqueo de sus cejas.
Eli Clark gruñó con levedad, se quedó quieto unos segundos y luego suspiró desganado, así supo Hastur que, en efecto, le ayudaría.
— que más da. Yo te cubro — le abrazo cariñoso mientras esté se quejaba pretendiendo que no le gustaba el mimo. Lo caprichoso no le quedaba — pero dime cómo harás está locura, con detalles — suplico, aceptando el abrazo sin más.
Era un grandioso hermano.
— saldré a las 1:30. Seguro el viejo ese ya estará dormido. Y con lo poco que conozco a Jack, se que probablemente esté leyendo — le soltó con levedad, no alejándose mucho — después de todo se cuando alguien ama un buen libro — le guiño el ojo con diversión, supo que Eli rodó los ojos bajo aquella cubierta.
— te estás jugando con fuego Hastur...cuando el diablo busque tu alma, yo miraré al cielo y me olvidó — sabía que se refería a su padre. Vaya manera más curiosa de describir un castigo por ser descubierto — anda, ve. Haz tu locura, yo le marco a la policía en todo caso — se quejó este, moviendo las manos como quien está despidiendo a un ser querido sin querer mostrar pesar alguno, —a pesar de estar muriéndose por dentro—, rió con diversión. No pudo evitar el besarle la mejilla en agradecimiento antes de volver a su trabajo de preparar su mochila.
A partir de allí se llevaba acabo su plan.
Exactamente a las 1:30 de la madrugada, se encontraría allí. A las afueras de la casa del chico de la biblioteca de verano, buscándolo. Se colaría al techo, —en el cual vio lo que parecía un pequeño balcón— para entrar por las ventanas y preguntarle. ¿Que demonios, Bethy?
