si tan sólo él no existiera, tendría una vida más fácil para sobre llevar.
tal vez su corazón no tendría latidos tan fieros, ni sus noches tan firmes recuerdos sobre él.
tal vez, si no fuera como es, si su sonrisa no le hiciera las mejillas arder y...
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Pronto se dio el viernes, tras una larga primera semana escolar llena de atareos y terribles trabajos futuros que les esperaban con los brazos abiertos.
Exceptuando esa noche.
Hastur veía claramente como prácticamente cada chico o chica de la secundaria salían de el lugar para prepararse. Para las 7 de la noche, ya todos se ubicaban en la misma ruta, sabia bien a que lugar se dirigían.
Puesto que, él también iría allí.
Se alistó como cualquier día veraniego, llevando su querido abrigo con capucha amarilla. Unos pantalones de mezquinos y unos zapatos cómodos y combinables para usar.
Su ruta se vio destinada como la de los demás, hacía el mismo lugar.
La casa Woods.
Apenas a unas cuadras se oía la terrible nota de la música, siendo esta electrónica y con tonos característicos del pop. Seguro ya entrando iban bailando.
Al acercarse y admirar la gran casa más de cerca, supo que era allí.
Estudiantes entraban cada vez, llenando el lugar poco a poco y aveces en pequeñas masas.
No se hizo mucho de esperar y entro, siendo recibido por un portero con vaso en mano que decía cosas inentendibles por la música, este les pasaba artículos luminosos y los hacía pasar a una sala a oscuras en la que solo se veían aquellos objetos luminosos que se les entregaban.
¿que ocurría?, se preguntó, al igual que todo el mundo en el lugar. No podían ver nada y sin embargo escuchaban la fuerte música.
Las luces se encendieron siendo opacas y neón, al tiempo que se daba el hecho de que, prácticamente, acababan de bañarlos a todos con globos de pintura brillante.
Muchos refunfuñaron y muchos otros como él se rieron, antes de mirar a la anfitriona que era un desastre tanto como el resto.
- ¡Que empiece la fiesta! - gritó con euforia, siendo correspondida por los gritos enérgicos de la gente que empezaba a ponerse a bailar y jugar por ahí, algunos siguiendo al Dj invitado y otros tan solo a su propio ritmo, al igual que él.
Unos tragos y unas pocas botanas después, se dispuso a caminar.
Camino alrededor sacudiendo un poco de la pintura de su pobre abrigo, tendría que lavarlo luego, pensó. Todo muy divertido, pero le habían ensuciado su querido abrigo, muy buena idea llevarlo, claro que si.
Suspiró mientras caminaba a lo que sería el salón, lleno este por igual que el resto de la casa. Los pasillos, la cocina, la sala y hasta las habitaciones, llenas de gente.
En el jardín había menos personas, aunque eso no evitaba que fueran un buen grupo; algunos charlando, otros tomando un polvo público, evidentemente ya drogados, unos pocos jugando y los demás en un círculo asimilando el juego de la botella.
