CAPÍTULO SEIS

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- Encuentra a tu hija. Cuidala, hazla feliz y sé feliz tú también.

- ¿Leonela?, pero ella está contigo, se fué contigo, las perdí a ambas el mismo día.

- No mi amor - dijo ella mirando fijamente hacia el horizonte - ella no está lejos, encuéntrala, cuídala, dale tu amor y hazla feliz y sé feliz tú también. Abre tu corazón al amor, no lo dejes escapar.

Octavio simplemente no comprendía sus palabras, pero ella repetía lo mismo, hazla feliz y sé feliz. Cuando quiso verla a los ojos, la volteó en sus brazos y el rostro que por fin pudo ver fue el de Victoria, ese mismo rostro que le regalaba la más tierna sonrisa, su mirada brillante y mostraba una incipiente pancita creciendo.

Octavio se despertó asustado y muy confudido, ¿qué había sido eso?

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Octavio abrió los ojos desorientado, ¿qué había sido ese sueño? ¿por qué Ana Cristina le había dicho eso? ¿por qué el rostro de Victoria se mezcló con el de su esposa? ¿un embarazo? ¿llegarían ellos a formar una familia?

Quiso salir de la cama, pero al voltear su rostro se encontró con el de Victoria que dormía plácidamente sobre su pecho, verla a ella le dió un poco de paz. Aún así abandonó la comodidad de la cama para ir por un poco de agua. Estaba por demás confundido.

Bajó a la cocina en busca de algo que lo ayudara a despejarse, salió al jardín como si allí se encontraran las respuestas a todas aquellas interrogantes. Después de mucho rato decidió volver a su recámara, pero antes pasó por la habitación de la pequeña Leonela misma que ahora estaba siendo utilizada por Mariana, Octavio no entendía bien por qué esa pequeña lo atraía como si fuera un lazo. Comprobó que estuviera bien y salió de allí.

Una vez en su habitación se paró al pie de la ventana, él no era un hombre de creer en sueños e interpretaciones, pero Ana Cristina sí y estaba seguro que algo quería decirle.

- ¿Leonela? ¿mi hija cerca? ¿cómo podré averiguarlo?

Sumido en sus ideas estaba hasta que una voz lo interrumpió.

- Octavio ¿? 

Victoria había despertado y al no hallarlo sintió un frío que le caló un poco los huesos.

- Aquí estoy.

- No puedes dormir ¿?

- No, respondió mientras se metía a su cama nuevamente.

- Tuviste un mal sueño de seguro, intuía ella mientras le acariciaba un mechón rebelde de cabello.

- Un sueño muy confuso de hecho.

- ¿Me quieres contar?

- Mejor mañana, ya es tarde y debes descansar, será tu primer día en la fábrica no puedes desvelarte.

Ella asintió y lo abrazó, por instinto Octavio se aferró a su cuerpo y recostó su cabeza cerca del vientre de Victoria, lo acarició sutilmente, recordaba haberla visto encinta en su sueño, estaba seguro que era un Villarreal. Victoria siguió acariciando su cabello hasta que lo sintió relajarse y poco a poco se fue quedando dormido.

- ¿Qué soñaste Octavio? ¿qué te puso así?

Ella no comprendía, sin embargo una foto de su esposa le llamó la atención. La tomó en sus manos y la miró fijamente.

- Ayúdame a ayudarlo. Yo sé que lo amabas, y yo no quiero mentirte, me estoy enamorando de él. No quiero que sufra más.

En la quietud de la noche, Victoria parecía escuchar una voz que le hablaba. No distinguía quién era, solo comprendió el mensaje.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora