CAPÍTULO VEINTE

713 77 73
                                    


En la otra habitación Octavio estaba parado contemplando las estrellas, desde hacia varias semanas le gustaba mirarlas, pensando siempre que Ana Cristina y Leonela le sonreían desde allí.

Después de un rato contemplándolas decidió entrar a la ducha.

Una de sus manos estaba apoyada en los azulejos del baño, su cabeza echada hacia abajo sintiendo como el agua tibia caía sobre su nuca y rodaba más abajo por su espalda.

La visión de aquel bello ejemplar masculino secó la garganta de Victoria, y decidió despojarse de su vestimenta y sin hacer mucho ruido entrar a aquel cubículo.

Octavio se sobresaltó al sentir unas manos que rodeaban su pecho al tiempo que depositaban un beso en la mitad de su espalda.

O: Victoria ¿?

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

V: Lo que me pidas por tus pensamientos. - dijo ella volviéndolo a besar en la mitad de la espalda, a la vez que lo escuchaba gruñir -

O: ¿De verdad quieres saber?

V: Por favor

O: ¿Y si mejor te lo demuestro? 

Se giró rápidamente y la apresó entre sus brazos.

V: ¿Puedo pensarlo? - su voz salió como un fuerte gemido -

O: No tiene mucho tiempo señora Villarreal - mientras con su mano acariciaba la pierna de Victoria levantándola hasta dejarla enrrollada en su cadera  y sin previo aviso acercó sus labios a los de ella tomándolos con desesperación en un beso voraz. Victoria subió una de sus manos a la nuca de él mientras la otra se aferraba con fuerzas a su antebrazo. Él en un impulso la levantó tomándola por sus piernas logrando así que enrolle también la otra pierna alrededor de sus caderas.

Sin notarlo la espalda de Victoria chocó contra la pared.

V: ¡Octavio! - gimió al sentir como la protuberancia surcada de venas de su marido se frotaba en un vaivén delicioso contra su entrada de arriba hacia abajo -.

Debido a la posición los pechos de Victoria habían quedado a la altura de la cara de Octavio, por lo que él aprovechó para tomarlos en su boca, lamer sus pezones, chuparlos a su antojo y darles leves mordiscos que avivaban aún más su placer, a la vez que los apretaba con sus manos, masajeándolos con destreza. 

V: ¡Oh por Dios! - exclamaba ella mientras se agarraba de su cabello y tiraba de él con fuerza sin llegar a lastimarlo claro está, su cabeza involuntariamente se echaba hacia atrás dándole mayor acceso a degustar sus pechos -  

Octavio decidió que quería disfrutar mejor del cuerpo de su amada, por lo que salió con ella de la ducha y se dirigieron directamente a la cama. Ella soltó un grito de sorpresa al sentirse aprisionada entre el colchón y el pecho duro de su marido.

O: Te amo Victoria.

V: Y yo a tí mi amor.

Ambos se besaban con necesidad, Victoria sentía escalofríos cuando su lengua se unió a la de Octavio en una lucha de fuerza y seducción. Una de sus manos tiraba de sus cabellos mientras que la otra arañaba su hombro. Producto del inmenso placer que sentía, Victoria se acomodó mejor en la cama sin detener el beso, permitiéndole así a su marido abrir más sus piernas para que se encajara mejor.

Aprovechando la nueva posición, ajustó sus caderas e introdujo su palpitante miembro de una sola estocada haciendo que ella soltara un grito de placer que se mezcló con el gruñido salvaje que se escapó de su garganta. Las acometidas fueron haciéndose más numerosas con el pasar de los segundos.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora