CAPÍTULO SIETE

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- ¿Qué piensas hacer?

- No lo sé, quisiera averiguar las cosas, pero temo que crean que enloquecí.

- Haz lo que tu corazón te dicte mi amor, dijo ella acercándose a él y colocando sus manos en el pecho de él, yo estaré a tu lado y te apoyaré siempre.

Octavio sonrió como en días no lo hacía, había encontrado a su otra mitad, ella era la mujer que necesitaba y no la dejaría escapar, posó sus manos sobre las de ella e hizo la pregunta más importante hasta ese momento.

- Sé mi esposa Victoria, sé mi esposa.

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El mundo de Victoria en ese preciso instante dejó de dar vueltas y se quedó estático, en su mente retumbaban las palabras pronunciadas por Octavio minutos antes.

"Sé mi esposa Victoria, sé mi esposa".

¿Cómo se responde a una pregunta así? ¿qué debía ella decir?

- Victoria ¿?

Fue precisamente su voz lo que hizo que ella volviera en sí.

- Octavio... yo...

- ¿No te agrada la idea de ser la Señora Villarreal?

- Sería un sueño para mí, eres un buen hombre, cualquier mujer se sentiría dichosa de tenerte a su lado.

- La mujer que yo quiero a mi lado eres tú.

- Lo sé y me halaga, pero aún así, sigo casada con Enrique, no he buscado un abogado que me asesore con lo del divorcio necesito ser una mujer libre primero.

- Ya tienes un abogado.

- ¿Quién?

Se fue acercando más a ella hasta el punto de tenerla rodeada por la cintura, sus narices casi se rozaban  

- Recuerdo que una noche mientras yo dormía, me dijiste que querías que yo te ayude a conseguir tu divorcio, así que ya tienes un abogado.

Ella se sorprendió, pues creía que él no le había escuchado en lo absoluto. Sentía que su garganta se cerraba y las palabras no le salían.

- También recuerdo que te dije que no tenía como pagarte, ni siquiera sé cuánto cobras por tus honorarios.

- El precio lo podemos negociar después. ¿Qué te parece si me das como adelanto unos cuantos besitos? - mientras con sus labios reclamaba los femeninos - también me puedes abonar unas cuantas caricias, y quizás te dé un descuento por ser mi prometida, ¿qué dices? es una buena oferta, no la encontrarás fácilmente en otro lado, eso te lo puedo garantizar.

Victoria sentía que el corazón se le saldría del pecho, todo era tan perfecto que parecía un sueño, se dejó llevar por la pasión que le despertaba aquel hombre y dió la respuesta que Octavio tanto deseaba escuchar.

- Acepto, dijo un poco agitada y con sus mejillas sonrojadas.

- ¿Qué aceptas bonita? que sea tu abogado o ser mi esposa.

- Todo, acepto todo mientras sea a tu lado.

Octavio la abrazó por la cintura y la levantó, haciéndola girar en el aire. Eran felices ambos, la promesa de una vida juntos les inundaba el alma de dicha y de mucha paz.

Al regresar a la casa el ambiente entre ambos era visiblemente diferente, llegaron tomados de las manos y con una sonrisa plasmada en el rostro. Octavio pidió que prepararan una cena especial para esa noche, que tenía algo muy importante que comunicarles.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora