CAPÍTULO DIEZ

876 86 28
                                    


V.- Sí quiero, acepto ser tu esposa.

El deslizó el anillo en su dedo y besó sus labios con ternura.

- Te amo señora Villarreal.

- Te amo señor Villarreal.

Y se fundieron en un beso que poco a poco se convirtió en uno exigente y demandante. Victoria cambió su posición y quedó a horcajadas en el cuerpo masculino.

Las manos de Octavio iban subiendo por las piernas de ella, llegaron a su cintura y continuaron su camino ascendente. Ella suspiró contra la boca de él e instintivamente sus caderas empezaron a moverse, creando una deliciosa fricción entre ambos cuerpos.

- Victoria - Su nombre pareció un gemido en los labios de Octavio -

- Bésame, tócame, ámame Octavio. Quiero ser tuya.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Lo que él tanto había soñado estaba ahora frente a él. La libertad de entregarse en cuerpo en alma al otro, sin culpas, sintiéndose libres.

- Quiero amarte, pero no aquí. Vamos quiero mostrarte un lugar muy especial.

Salieron tomados de la mano alejándose un poco de la casona y llegaron a una especie de bosque  y allí había una casita en un árbol. Subieron un poco la pequeña colina y llegaron.

Octavio abrió la puerta y todo dentro estaba muy arregladito, se veía una mesita con una cena sencilla para dos, el ambiente era muy cálido, generaba mucha confianza.

- Esta es mi cueva

- Está muy bonita, dijo ella con una tierna sonrisa

- Un poquito sucia, dijo entre risas, pero pedí que la sacudieran y la arreglaran para nosotros.

En un costado de la salita había una especie de baúl - Victoria dirigió su mirada allí con curiosidad aunque no se atrevió a preguntar. Octavio lo notó y decidió hablar -.

- Este es el baúl de mis tesoros, se arrodilló frente a él y la invitó a ella a hacer lo mismo a su lado, descubrirían juntos esa parte de sus almas. Lo primero que hallaron fueron unos almohadones y una cobija mismos que Victoria tomó y colocó prolijamente en el suelo como si estuviera preparando el área para un picnic.    - Mis cosas, murmuró Octavio ante todo lo que se mostraba frente a sus ojos.

A Victoria le llamaron la atención un par de botitas que estaban allí, y no dudó en preguntar al respecto.

- Son las primeras botas que usé, me las hizo mi tío Fernando, la mente de Octavio se vió inundada de recuerdos, algunos gratos y otros no tanto. Victoria lo notó y con mucha ternura acarició su cabello. Octavio inhaló profundamente y tomó aquellas botitas para devolverlas a su lugar.   - No quiero ponerme triste bonita, no ahora, no es momento para ello. Quiero sentirme feliz porque estás aquí a mi lado, dijo mientras se quitaba la chaqueta que cargaba. Los dos solos. - Ahora empezaba a desanudar la mascada que portaba Victoria en su cuello ante su atenta mirada - Quiero aprovechar cada instante y amarte, amarte intensamente con toda la pasión que me provocas, y con sus manos empezó a recorrer el cuerpo de su amada. - Victoria, mi amor.

Y tomó sus labios, reclamándolos en un beso apasionado, lleno de deseo, empezó a regar caricias sutiles y besos en su rostro y fue bajando lentamente a su cuello. Victoria sentía como una especie de fuego recorrerle. Octavio regresó a su boca y ella sintió la humedad de su lengua que se introdujo en su boca en ese momento sin pedirle permiso. Nunca nadie le había despertado tantas sensaciones. El movió su boca como si quisiera devorarla y dirigió sus manos a su cintura mientras ella sentía un calor en su interior, entre sus piernas más específicamente... Octavio y ella ya habían compartido besos anteriormente, pero esta vez era diferente, él la besaba como nunca nadie incluso él mismo lo había hecho antes. Aprovechando que ella correspondía a todo bajó sus manos a sus nalgas atrayéndola hacia él y haciéndole sentir su erección.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora