CAPÍTULO VEINTITRÉS

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Al entrar la habitación Octavio corrió hasta la cama donde yacía su hija. La tomó en brazos y la abrazó. No se puede dar un abrazo sin recibir un abrazo en cambio, Mariana al sentirse ese calor tan familiar también lo abrazó. Se abrazó fuertemente a su pecho y poco a poco su llanto fue deteniéndose.

O: Ya papá está aquí contigo pequeña. Nada malo podrá pasarte.

Le besó las mejillas, los ojitos, la frente. Todo esos besos designados a fortalecer. A amar.

De pronto se escucharon unos aplausos. Una risa sardónica los galanteó. Era él, no había ninguna duda.

Ta: ¡Enrique!

Exclamó Tatiana en un vestigio de suspiro...

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El solo escuchar aquella voz hizo que el terror se apoderara del cuerpo de aquella mujer.

En: ¿Así que te atreviste a traicionarme maldita? - la enfrentaba con los ojos inyectados de furia a la vez que le tomaba fuertemente del mentón -

Ta: ¡Suéltame!

La furia de Enrique quedó demostrada cuando la soltó bruscamente haciendo que pierda el equilibrio y cayera al suelo.

La pequeña Mariana se aferraba cada vez más al pecho protector de Octavio mientras él le susurraba tiernas palabras con el objetivo de tranquilizarla.

En: ¡Suelta a mi hija Villarreal! - el sonido de activación del arma retumbó en aquella habitación -

Octavio continuaba de espaldas a Enrique, intentaba por todos los medios proteger a la niña de la maldad de su propio padre quien se fue acercando a ellos y lo apuntó directo a la cabeza.

Ta: ¡Enrique, no lo hagas!

En: Tú no te metas en esto, o a la que vuele la tapa de los sesos será a tí, - cambiando por un momento el objetivo de su revólver -

O: Sshhh, calma bonita. Papá está contigo.

En: ¡Su padre soy yo! - Gritó y con toda la furia que lo invadía, le golpeó con la empuñadora de su revólver en la sien izquierda, haciendo que sangrara y alterando un poco más a Mariana -

Octavio aunque sentía el enojo hervir en su interior, no permitiría que una mala decisión afecte aún más a esa inocente criatura.

O: Ese título te queda demasiado grande Mendoza - respondió a la vez que se levantaba con la pequeña en sus brazos - Tú no mereces tener a estos tres angelitos, no te los mereces - su voz sonó mucho más fuerte de lo habitual, era evidente que no se dejaría intimidar por aquel ser inescrupuloso -.

En: No me digas, ¿acaso tú sí los mereces?. Lo que te duele en realidad es que Victoria haya sido mía antes que tuya, ella se entregó a mí por amor mientras que contigo lo hace solamente por gratitud.

Octavio sintió aquellas palabras como un mortal veneno que se extendió por cada extremidad de su cuerpo, más se inclinó por la idea de rechazar el chantaje de Enrique quien solo buscaba injuriarlo. No le daría ese placer. Optó por retener su conclusión. Solo dijo:

-Esto no se trata de un juego de quien llegó primero, sino, de quien llegó para quedarse.

Paralelamente afuera se desarrollaban otros sucesos.

La policía había llegado a la dirección que Octavio les había dictado, afuera del lugar se encontraron a un hombre apoyado contra la puerta de un carro. Intentaron ser cautelosos hasta estar lo más próximos de él.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora