CAPÍTULO TRECE

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Un beso selló esas hermosas declaraciones de amor, antes de ponerse las alianzas que los mostrarían como personas unidas en matrimonio.

-Por el poder que la ley me confiere, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia -Dijo el juez con una sonrisa amigable. Octavio y Victoria se miraron frente a frente y notaron que ambos tenían lágrimas en los ojos, definitivamente los sentimientos estaban a flor de piel.

Con si fuera en cámara lenta y con una suavidad infinita Octavio la envolvió entre sus brazos y sus labios le dieron un beso lleno de mucha ternura. Victoria por su parte dejó salir todo el amor que sentía y rodeó su cuello con sus brazos atrayendo el cuerpo masculino contra el suyo. Todos los allí presentes rompieron en aplausos ante aquella hermosa demostración de amor.

- Te amo Señora Villarreal.

Te amo Señor Villarreal, desde el día en que mis ojos se cruzaron con los tuyos mi corazón es tuyo y lo seguirá siendo hasta el día en que me muera.

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Octavio y Victoria se miraban embelesados mientras bailaban el que era su primer baile como marido y mujer, la música se colaba en el ambiente de una manera tan sutil, tan hermosa que ellos parecían flotar al compás de la música. La dicha de ambos era tan grande que ninguno podía dejar de sonreír. Ella lo miraba a los ojos con adoración, él hacía lo mismo y lentamente acercaron sus rostros hasta que sus labios se reencontraron en un beso suave, acariciándose, explorándose, saboreándose.

En la pista ambos parecían príncipes sacados de un cuento de hadas. Victoria con su hermoso y delicado vestido, su cabello adornado por cintas y flores, daba la impresión de estar envuelta en magia como una auténtica princesa. Octavio con su hermoso traje a medida se mostraba tan apuesto como siempre, a juego con la belleza y perfección de su ahora esposa. El beso poco a poco fue terminando, Victoria suspiró y enredó sus manos en el cuello de él, Octavio la abrazó por la espalda y la acercó lo más posible a él, parecía que era la primera vez que sus cuerpos se encontraban tan cerca, que estaban tan en contacto como en ese momento. Sintiendo que ya nada ni nadie se interpodría entre ellos, que ahora sí podían amarse con total libertad por toda la eternidad.

Octavio susurraba en su oído una parte de la hermosa melodía que los acompañaba, y que sería desde ese momento el himno de su amor.

Ámame

Acércate y ámame   

Regalame de un poco tu calor  

Atrévete a mi amor 

No tengas miedo y solo 

Ámame 

Ahora y siempre

Ámame

El mundo se inventó para los dos

No tiene la pasión de explicación

Victoria sentía su piel enchinarse, nunca se había sentido tan amada como en ese instante. Todos sus amigos, familiares y colaboradores no podían sino suspirar a causa del amor derrochado entre ellos.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora