- Rumbo a la casona Villarreal Onésimo.
- Sí patrón. De inmediato el coche se encendió y tomaron rumbo a la casona.
Lejos estaba Victoria de imaginar las muchas vueltas que la vida le tenía preparada a ella y a sus hijos.
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- Josefa, ya llegamos, dijo don Fernando cuando llegaron.
- Ya voy hermano. Doña Josefa se encontraba en el salón en compañía de su fiel Moisés. Ella disfrutaba mucho de pintar en tela, era un pasatiempo que realizaba desde sus años adolescentes y que amaba, pero al escuchar la voz de su hermano decidió dejarlo todo ahí para salir a su encuentro.
- Aquí estás, dijo cuando por fin la vió aparecer.
- ¿Y esos niños tan hermosos? ¿Quiénes son Fernando? inquirió al ver a los pequeños escondidos tras las piernas de su madre y a la pequeña Mariana dormida en brazos.
- Digamos que me cayeron del cielo - dijo jocosamente -.
- Ay Fernando, que cosas dices. ¡Vengan chiquitos, vengan a darle un abrazo a la tía Josefa!
Paula y Santiago miraron a su madre y ella les indicó que podían ir. Ambos se abrazaron tiernamente a ella. A Victoria se le salieron algunas lágrimas, sus hijos casi nunca habían recibido tanto cariño pues su madre no era una mujer precisamente cariñosa, y ni que hablar de Enrique.
- ¿Qué les parece si nos comemos unas galletas que acabo de hacer junto con Fidelina? las tomamos con un vasito de leche en lo que está la comida. Los niños asintieron felices y se dirigieron a la cocina.
- A Josefa le encantan los niños, ni ella ni yo tenemos hijos. Así que estos niños nos traerán alegría. Ven este sofá es muy amplio, puedes acostar aquí a la muñequita.
- Yo le agradezco lo que ha hecho por nosotros hoy, pero creo que es mejor que nos vayamos. No queremos incomodar.
- Tonterías, no incomodas. De hecho, yo quería hacerte una propuesta
- ¿Una propuesta?
Victoria se tensó un poco, ¿qué sería eso? en ese preciso momento, cuando iban a hablar se oyeron unos gritos afuera.
- Don Fernando, señorita Josefa, Don Moisés, alguien.. Ayuuudaaaaaaaaaa, eran los gritos que Trinidad pegaba.
Todos salieron a ver y lo que se encontraron los dejó en shock. Un hombre accidentado, cubierto de sangre. Victoria se acercó a Don Fernando que de la impresión casi se desmaya. Lucha y Paz se hicieron cargo de los niños mientras Fidelina llamaba al médico. Marcelino y Trinidad lo subían a la habitación.
- Yo puedo revisarlo, dijo Victoria, yo hice unos cursos de primeros auxilios. Puedo limpiarle las heridas hasta que llegue el médico. Don Fernando estuvo de acuerdo, y le dijo a Moisés que la llevara.
- ¿Qué le pasó? preguntaba Victoria mientras le quitaba la camisa a ese hombre.
- No sabemos señito, el patrón últimamente ha estado bastante mal. Se la pasa bebiendo y como queriendo acabar con su vida.
Victoria sintió pena de ese hombre, no podía negar que era guapo. Pero su rostro reflejaba un gran dolor. Varios minutos más tarde entró el doctor Ramos, era el médico de cabecera de los Villarreal.
- Nos volvemos a encontrar señora. Victoria asintió levemente mientras se hizo a un costado, para permitirle al doctor hacer su trabajo. Le recetó unos medicamentos para el dolor, pero con la firme promesa de que tan pronto despierte debían llevarlo a hacerse unos análisis para descartar cualquier daño. También alabó el trabajo que Victoria había hecho con las heridas, y pidió especialmente que no lo dejaran solo. Pues dado el estado depresivo en el que se encontraba podía ser fatal.
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ENTRE EL AMOR Y EL ODIO
Fanfictionpodrá el amor vencer el miedo y el rencor? * Si ves esta historia en otro perfil, avísame. Es plagio* * Historia original*