CAPÍTULO VEINTIUNO

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O: ¿Qué pasa mi vida? - interrumpió sus pensamientos al ver sus ojos empañados por la angustia - Estabas como ida, ¿qué es lo que te preocupa?

V: Octavio, tengo que contarte algo - dijo tomando su mano, para darse valor, sentía claramente su cuerpo temblar - algo que me tiene muy angustiada, tienes que enterarte de algo que me está atormentando y no me deja estar en paz.

O: ¿De qué hablas Victoria? ¿qué es eso tan grave? ¿qué es?

V: Octavio tengo las sospechas que Mariana no es hija de Enrique...


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O: ¿Qué? ¿qué estás diciendo? ¿estuviste con otro hombre mientras estabas casada con Enrique?

La mujer se quedó pasmada. El corazón le latió con fuerzas, no esperaba que Octavio le preguntase algo tan atribuidor.

La había sorprendido con la guardia baja. Esas palabras tan simples fueron suficientes para atravesarla de golpe.

V: No mi amor, claro que no – contestó de prisa, la voz un poco desfallecida.

O: Explícate entonces mi cielo porque no estoy entendiendo. Y aunque si así fuera yo no tendría por qué juzgarte.

V: No Octavio no es eso, te juro que nunca le fui infiel. Yo... yo - intentaba tomar valor de soltar la pedrada - tengo la sospecha de que Mariana en realidad es Leonela.

Esa noticia fue una verdadera sorpresa, Octavio jamás se lo hubiera imaginado, es como si le hubieran echado un cubetazo de agua helada, no asimilaba aquello.

O: ¿Qué estás diciendo Victoria? - su voz sonaba muy apagada, casi como si le costara mucho hablar. Mariana mi hija... Mariana es Leonela.    Eso es imposible - rugió -

V: Yo sé que es muy difícil de creer, pero tengo mis sospechas.

O: ¿Cuáles? Dime por favor.

V: La primera vez que vi tus ojos, cuando estabas accidentado. Tu mirada me llamó mucho la atención, tus ojos se clavaron profundamente en mi alma, tenía la sensación de haberlos visto anteriormente. Además esa confianza innata que Mariana siente por tí, nunca había sido tan confiada, ni se deja coger por extraños, pero contigo es diferente, es como si fuese el llamado de la sangre.

Con cada palabra que escuchaba Octavio se confundía aún más, su cabeza era un completo lío. Flashes empezaron a llegar a él.


Flashback

Mariana se abrazó a Victoria mientras Paz corría a avisar a los patrones que el señor había despertado.

El caos se armó en la casona Villarreal, mientras llamaban al médico, alistaban a los niños para la escuela, Josefa y Fernando subían a ver a su sobrino, Octavio seguía perdido en los ojos de Victoria y ahora también de esa bebé que estaba en la cama.

De pronto y para sorpresa de todos, tanto de Victoria como que de los que entraban a la habitación en ese instante Mariana se acercó a Octavio, le dió un besito en la mejilla al tiempo que lo llamaba inocentemente Papá.

De los ojos de Octavio, lágrimas empezaron a rodar, lo que tenía ahí en ese momento era lo que siempre había soñado una esposa y una hija. Sólo que esa mujer no era Ana Cristina y esa niña no era Leonela. Aún así se permitiría disfrutar de esa cercanía aunque fuera momentánea.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora